En la reseña de hoy toca hablar de Los caballeros de la Orden de Toledo, tebeo que cuenta al guión con
Javierre (https://www.facebook.com/javierre.vallekurros)
y al dibujo con Juanfran Cabrera (https://www.facebook.com/juanfran.cabrera.7).
En la España de principios del siglo XX la Residencia de
Estudiantes de Madrid acoge a las jóvenes mentes más brillantes del momento.
Allí es donde se conocerán Federico García Lorca, Luis Buñuel y Salvador Dalí,
grandes exponentes de las artes españolas del pasado siglo, mucho antes de
hacerse famosos.
Cuando uno empieza a leer Los caballeros de la Orden de Toledo parece que se va a topar con
una obra biográfica, costumbrista y de crecimiento acerca de Lorca, Dalí y
Buñuel. Y en parte, así es. No en vano, este comic trata de forma muy
importante la amistad entre colegas (lo mismo con confidencias que con juergas
y jugarretas), presta especial atención a los primeros años de la segunda
década del siglo XX en España (regeneracionismo propugnado desde la Residencia
de Estudiantes, la Guerra del Rif, el ascenso al poder de Miguel Primo de Rivera…)
e incluso los primeros pasos de Lorca hacia la fama, tal y como con el
estrepitoso estreno de El maleficio de la
mariposa. Ahora bien, Los caballeros
de la Orden de Toledo es mucho más que eso, puesto que es un tebeo que
apuesta directamente por la aventura a partir del tercer capítulo. Como si de
una suerte de “Liga de los Españoles Extraordinarios” se tratase, el trío
protagonista, auxiliado por Pepín Bello, inicia varias peripecias dignas de
película, tal y como proteger a Unamuno, espiar conspiraciones en los Pirineos
o saber que hay de cierto en los rumores que corren acerca de Ruhr. Y en todo
esto se juega muy hábilmente mezclando realidad y ficción, tal y como con las
dotes de deducción de Lorca, el hipnotismo de Buñuel o los viajes astrales de
Dalí, hechos de los que hay cierta constancia, pero trasladados al mundo de la
aventura y la intriga, sazonándose todo ello, además de con cierto didactismo,
también con una comicidad más que bienvenida, tal y como con la desternillante
escena del trío principal ante la moto con sidecar. De poner peros a la obra,
se me ocurren dos: por un lado, cierta tendencia a cerrar las interrogaciones y
exclamaciones con sus signos correspondientes, pero no abrirlas del mismo modo,
y por otra parte, el villano principal de los cinco primeros números, por su
poco carisma y maniqueísmo, algo notable sobre todo de cara a los personajes
principales.
Respecto al dibujo, Juanfran Cabrera hace una interesante
combinación de lo cartoon y lo realista en lo que a personajes y escenarios se
refiere, con los primeros poseyendo unos diseños más que dignos de una serie de
animación y los segundos prestando gran atención a la arquitectura de la época
y a sus paisajes naturales. El lenguaje corporal de los personajes, así como
sus facciones, ayudan en mucho a dotarlos de personalidad: los aspavientos de
Buñuel, el mirar de Dalí, la delicadeza y sensibilidad de Lorca, la adustez y
seriedad de Unamuno… A destacar la persecución automovilística del final del
tomo, por lo bien coreografiada que está, combinando muy bien acción con
equilibrio de tal manera que el lector, peso a todos los vaivenes que lleva
consigo, no se pierde.
En conclusión, si queréis saber más sobre algunas de
las personalidades más universales de la España del XX, así como verlas en situaciones
y ambientes totalmente originales e imaginativos, ya sea con un punto
humorístico u otro más solemne, dadle una oportunidad a Los caballeros de la Orden de Toledo. Podéis haceros con esta obra
gracias a la editorial Arian por un precio de 20€, incluyendo el presente
volumen entre sus 176 páginas, además de los cinco números creados hasta la
fecha, varios extras, tal y como el proceso de creación de la historieta.
Por último, la dedicatoria que me hizo el amable Javierre en
el tomo durante su sesión de firmas en Madrid Cómics. ¡Gracias de nuevo!
¡¡Genial, original para ver en cómic, qué maravilla Santiago!! Saludos
ResponderEliminarOriginal desde luego, quedé bastante sorprendido con la premisa, la verdad.
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