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lunes, 27 de septiembre de 2021

Crónica de la Japan Weekend de Madrid de septiembre de 2021

Tuvo la Japan Weekend de Madrid de febrero de 2020 el triste honor de ser el último gran evento comiquero madrileño antes de la pandemia. Ahora bien, año y medio después, el festival ha vuelto con una nueva edición para ofrecer un fin de semana de entretenimiento para aquellos que gustan de la cultura nipona.

 


Al igual que en febrero de 2020, la presente edición ha sido ubicada no solo en IFEMA, sino también en los pabellones 12 y 14. Hay que decir que la venta de entradas solo se hizo vía online y de manera limitada para asegurar un buen aforo en virtud de las medidas sanitarias. Y, aunque es cierto que mucha gente se quedó sin poder adquirir una entrada (basta con echar un ojo a las redes sociales para corroborarlo), la verdad es que la organización logró que en ningún momento hubiera agobio en los pasillos.

 


Las entradas a los pabellones fueron ordenadas en todo momento y tanto organizadores como asistentes se tomaban bastante en serio las medidas de seguridad, no faltando prácticamente en ningún puesto que recuerde gel para lavarse las manos. En el pabellón 12, el más cercano a la entrada de IFEMA, contenía sobre todo puestos comerciales, con mucho merchandising pero con poquitos volúmenes de manga, algo que nos dolió a los más bibliófilos. 

 


Esto último se corregía de alguna manera en el nexo entre los pabellones 12 y 14, zona en la que se erguía, en todo su anaranjado esplendor, la Gran F: Fandogamia, única editorial de tebeos en el evento. Aproveché la circunstancia para saludar a sus integrantes tras mucho tiempo sin verles cara a cara y, tras estar un rato de charleta con ellos, adquirirles Threason, una de sus novedades. Acto seguido, tuve la suerte de toparme con la mesa de ESDIP, academia que además de promocionar sus clases, tenía a varios de sus alumnos haciendo dibujos para todos aquellos que se acercasen. Un servidor sin ir más lejos se pudo hacer con uno de la más que prometedora @c.daurica mientras hablamos del cyberpunk. 



A continuación, ya en el pabellón 14, se desplegaba ante mí el Artist House, el área ideal para conseguir obras y elementos autoeditados que no se pueden conseguir de cotidiano. Los pasillos que separaban las mesas de los distintos artistas fueron, por este motivo, bastante transitadas por el público, buscasen pegatinas, llaveros, pósteres, postales o dibujos personalizados.

 


El primer puesto al que me llevaron mis pasos fue el de Estudio Katastrófico, obteniendo allí Mermay: Cuentos de sirenas dedicado por Kaos, su autor.

 



No faltaban no muy lejos de allí zonas de descanso y entretenimientos varios, como un área de dibujo o la siempre de agradecer zona de hostelería, muy concurrida por el público a partir de las 13:00 pese a que no había tanto abanico de ofertas como en años anteriores.




Seguí desfilando ante los puestos del Artist House, cayendo en mi poder, de esta manera, Mabon, de Anabel Reina (tomo para practicar labores de coloreado al que le tengo bastantes ganas). Poco después caería también dedicado el octavo tomo de Planeta Manga por cortesía de Toni Caballero, el cual se las apañó más que bien para compensar la falta de espacio en blanco en el tomo con astucia y habilidad por medio de una pegatina que le permitió regalarme la vista con la protagonista de Backhome.

 


Poco después de aquello reparé en la zona de stands no comerciales, con puestos más pequeños que los del Artist House, pero igualmente disfrutables e interesantes. Así, por ejemplo, le compraría a Blankipur su Love (mal), así como unos cuantos fanzines y postales más que dejo a continuación.





Tras serpentear un buen rato por toda la sección anterior, deambulando por los pabellones, fui reparando en otras cuestiones, como un par de exposiciones para recrearse la vista, tal y como la dedicada a la serie de La heroica leyenda de Arslan o la de itasha dedicada a los vehículos personalizados con anime.




Otras actividades tenían que ver con conferencias y conciertos como los que aparecen en las siguientes imágenes. Aquí no se puede evitar señalar que, si bien es cierto que la mayor parte de los asistentes respetaron con celo la normativa de seguridad, también es cierto que algunos particularmente inconscientes no se comportaron con la madurez debida, tal y como ocurrió con la infame conga que la organización se apresuró a disolver.

 



Más seguridad transmitían los numerosos cosplayers que acudieron al evento con sus mejores galas, destacando por su cantidad de representantes las series de Promised Neverland, Demon Slayer o Tokyo Revengers, buena parte de ellos menores de edad, dando gusto ver que la lectura de mangas o el visionado de anime atrae cada vez a un público más joven. Pese a que ver a según que personajes embozados con las mascarillas les quitaba cierto misticismo y producía cierta melancolía por todo lo que tiene que ver con la epidemia, añadieron, como suele ser costumbre, más colorido y mejor ambiente al evento.   

 


Para ir acabando, tampoco se puede dejar mencionar el homenaje póstumo que la organización de la Japan Weekend rindió a Adrián, uno de sus miembros, con una capilla sencilla pero muy emotiva.




En conclusión, esta Japan Weekend de Madrid, ya tras el confinamiento, ha sido un evento no tan masivo como los de ediciones anteriores y con un público que gastaba menos, algo que me comentaron en varios puestos el sábado, por ser sus ventas más flojas que en otras ocasiones, pero que supone una cierta vuelta a la normalidad para el ocio y la cultura de los jóvenes y no tan jóvenes. Un servidor, por su parte, espera con ganas la edición de febrero de 2022, con el deseo de que todo vuelva a ir a más.

4 comentarios:

  1. Pensaba ir el domingo, pero me dispuse a comprar las entradas y observé que ya estaban agotadas. Me confié y esperé demasiado para adquirirlas...

    Pero por lo que veo, y como deduje un poco al mirar la web del evento (la mayoría de los invitados eran tuiteros o youtubers), ha sido un tanto descafeinado, pero alguna vez, y de alguna manera, habrá que retomar cierta normalidad (con precauciones mejor que mejor).

    Si puedo, en febrero me paso. ^^

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    1. No me extraña, las entradas se vendieron a una velocidad pasmosa al poco de salir.

      El evento ha sido flojillo en comparación con ediciones anteriores, sí... pero, efectivamente, de alguna manera había que reiniciar este tipo de jornadas. Y no ha ido ni tan mal, al menos desde mi punto de vista como consumidor.

      ¡A ver si coincidimos allí!

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  2. Lo bueno es que de a poco, poquiiito, se empieza a respirar un retorno a la normalidad. Un saludo.

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