Años atrás la editorial Dibbuks lanzó al mercado tres tomos de El Taller, iniciativa comiquera hecha con la ESDIP y, más concretamente, con sus estudiantes: historias cortas aptas para funcionar a modo de prólogo de un proyecto mayor y que se pudieran presentar de esta guisa ante una editorial a nivel profesional. Este cuarto volumen está a cargo de Nuevo Nueve, pero el objetivo sigue siendo el mismo: servir de trampolín a autores noveles. Y, dicho esto, aquí van las reseñas de mis historietas favoritas:
En The Birch Grove, de Erin Lara (https://www.instagram.com/erinksea/?hl=es),
dos niños de Birchwood van al bosque de noche, ambos convencidos de que allí
hay algo extraño: para Ethan se trata de extraterrestres, mientras que para
Abigail es Mothman. ¿Qué les deparará allí el destino?
Obra bastante entrañable sobre la infame criatura que
atemorizó a las gentes de Point Pleasant y a Richard Gere al mostrarse al
monstruoso lepidóptero como un ser simpático, comprensivo y responsable
mientras los dos protagonistas quieren averiguar todo lo posible sobre él.
Queda además en el aire el misterio sobre la permanencia de esta criatura en el
bosque, así que daría para una obra más larga. El dibujo va como anillo al dedo
a la trama: encantador y con un coloreado de lo más bonito, así como con cierta
estética que será muy del gusto de los fans de Stranger Things.
En La Asociación, de Nerea Díez (https://www.instagram.com/nereadiez_illustration/),
un grupo de ancianos monta un atraco a la casa de su alcalde por haber este
incumplido una promesa electoral para con su Asociación para la Tercera Edad.
Este tebeo empieza siendo una comedia en su primera mitad, pero acaba por convertirse en un drama social en la segunda, por lo que hay que felicitar a la autora por saber manejar muy bien los cambios de tono. La denuncia social hacia como la mayoría de la población mira por encima del hombro a la gente mayor está muy bien metida y te deja reflexionando. El dibujo es relativamente sencillo, pero cumple más que bien para transmitir tanto el interrogatorio o el caótico atraco, sobre todo con la forma de mirar de cada personaje.
En Shinefyres, de Sara Viyodre (https://www.instagram.com/viyodre/),
dos niños se conocen
La reflexión sobre cómo nos pueden cambiar la vida las
decisiones que vamos tomando en el día a día no está mal en sí misma y sirve
además de buena articulación narrativa para el tebeo. No obstante, el conflicto
que se da en las viñetas queda un tanto cojo, pues hubiera estado bien saber
más de él. Esto queda compensado con el dibujo tan dulce de la autora, que es
además los suficientemente versátil para crear también escenas de horror y
barbarie, así como original en el diseño de los neártalos.
En Antidote, de Kain (https://www.instagram.com/babooshkain/),
aunque una cúpula protege a una ciudad y sus habitantes de los peligros parasitarios
de los cordyceps del exterior, este es solo uno de los problemas de los
supervivientes a la plaga, ya que los alimentos tienen un precio muy alto dada
la peliaguda situación.
Con la pandemia del coronavirus y The last of us como
referentes más obvios (la gente con esa suerte de pompas de jabón a modo de
escafandras o mascarillas para lo primero y los hongos que pueden controlar
cuerpos zombis para lo segundo), se crea una buena obra que empieza como
distópica y se acaba convirtiendo en una de terror con implicaciones bastantes
siniestras más allá de lo previamente comentado. Tampoco es desdeñable esa
imagen de la protagonista persiguiendo al conejo blanco, tanto como paralelismo
de una Alicia persiguiendo al animal por el País de las Maravillas, como por la
metáfora de la inocencia perdida cuando la chica acaba dando con sus pies en un
sitio que más le valía no haber encontrado. En relación a lo anterior tenemos
un dibujo resultón y efectivo, tanto por el estilo en sí (muy
buena expresividad en el personaje principal, aunque también en los
secundarios) como por las imágenes potentes con las que puebla las viñetas (tal
y como con las hormigas y la mariposa).
En Maia Race, de Yutaro J. Miralles Kobayashi (https://twitter.com/YutaMiraKoba),
dos amigas participan en una peligrosa carrera de coches donde todo vale.
El argumento es sencillo (Julia y Sirivalli compiten para
ayudar a la familia de la segunda), pero efectivo, particularmente con la
moraleja de fondo que hay contra el dopaje, con ese bocadillo lapidario de “¡Esperemos
que disfruten de los merecidos frutos de tanto sacrificio!”. Habría que revisar
las incorrecciones ortográficas, sistemáticas en no poner comas tras los
nombres vocativos. Por otra parte, el dibujo es bastante atractivo en lo que se
refiere a los bólidos (tanto en diseño como quemando rueda) como en la
representación de los pilotos interactuando con la particular tecnología de su
máquina.
En After the End, de Paula Lomas (https://www.instagram.com/paulalomasart/),
Pablo y Sofía son una pareja que intenta sobrevivir como buenamente puede a un
apocalipsis zombi, pero la situación se les hace bastante cuesta arriba no ya
por los podridos o por sus rivales humanos en lo que a obtención de recursos se
refiere, sino en los roces cotidianos que se dan entre ambos… y más
particularmente cuando aparece una tercera persona en la ecuación.
Buena historia de zombis en la que apenas salen zombis por
centrarse más en los supervivientes de la catástrofe humana, así en cómo
sobrevive la humanidad en situaciones tan extremas, siendo al final la
historieta un bonito canto a la lealtad, la empatía y la comprensión del otro. El
dibujo refleja muy bien la mala calidad de vida de los personajes, con ese
aspecto sucio, descuidado y desastrado en el que prima la supervivencia por
encima de todo lo demás, con ambiente postapocalíptico y deprimente bien
logrado también.
Si os ha llamado la atención lo expuesto, pensad en haceros
con El Taller 4ª Temporada. Podéis haceros con esta antología de Nuevo
Nueve por un precio de 22€, incluyendo entre sus 112 páginas, además de las
diez historias cortas, algunos extras sobre su proceso de creación.
Estos recopilatorios siempre me llaman la atención, pero luego me cuesta hacerme con ellos, en parte por eso de que son prólogos más que historias relativamente cerradas. Pero la iniciativa siempre me ha gustado.
ResponderEliminarYa... Es lo malo del formato del Taller, que muchas veces deja con ganas de más.
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