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miércoles, 19 de diciembre de 2018

Crónica del Salón del Cómic de Zaragoza de 2018 - Viernes 14

En la entrada de hoy toca hablar de mi experiencia en el XVII Salón del Cómic de Zaragoza, edición a la que pude asistir con pase de prensa gracias a la generosidad de su organización.


Tras una mañana dedicada a hacer turismo por Zaragoza, preciosa ciudad que visitaba por vez primera, a las 17:00 me dispuse a entrar en el Salón, cita localizada en el Auditorio de Zaragoza. Para entrar allí, ya había dos colas bien definidas: la de entradas adquiridas en preventa (más corta) y las destinadas a ser adquiridas en taquilla (bastante más larga).



Ya en el Auditorio y con el pase de prensa en mi poder, comencé a explorar el local. Había seis filas de stands distribuidos a ambos lados de tres pasillos, con cerca de una setentena de puestos entre editoriales, tiendas y fanzines. El viernes resultó el día ideal para visitar con tranquilidad la feria, por la menor afluencia de público. Tras hacer la ronda pertinente por todas las instalaciones, y adquirir a muy buen precio dos tomos de Spiderman, me aproximé hacia las mesas de auto-editados. Allí caerían las primeras dedicatorias de la jornada de manos de la Asociación Malavida: las de los tomos de Supermala y Paco Miko.


Hecho esto, me dirigí tras girar 180 grados hacia el puesto del Anillo de Sirio, reencontrándome con Jordi Bayarri tras muchos años sin coincidir. Aparte de lograr su firma en el segundo volumen recopilatorio de Entre tinieblas, aproveché para comprarle Alien College Beta y su segundo libro de bocetos. Mientras los dedicaba, charlamos de su divertidísimas tiras de El Cosificador y de lo fácil que era ver gente ofendida últimamente por las redes sociales.


De vuelta entre los fanzineros, además de adquirir un ejemplar del Cal Avera Inktober huérfano de Staptra y fichar para poco más adelante el Sketchbooks e Illustrations de Fernando Casaus, comprobé con sumo gusto que al Salón acudía público de todas las edades, revitalizándose, generación a generación, el gusto por los tebeos, así como que en el evento empezaba a haber buena fluidez de visitantes, aunque sin estar los pasillos saturados.


Encaminado a Letrablanka, cumplí la promesa que le había hecho un rato antes a Sara Jotabe y además de comprar sus Pajas mentales, conversé con ella entre que me lo dedicaba sobre, entre otras cosas, Pepper Ann y de los numerosos puntazos de la misma.


Deambulando de nuevo hacia la zona de los fanzines  (ni idea del motivo de aquel quiebro tan extraño), fui reparando en más obras: Renna, de José Antonio Rubio; la tétrica antología de A la sombra del Pilar; Green Onions nº0 de Iván Sarnago; Outsiders 4: Historias Para Anormales; Reflejos en el desierto, de Ricardo Orellana…



El tiempo iba pasando inexorablemente y poco a poco se acercaba el momento de acudir al encuentro de Xian Nu Studio en el escenario dedicado a las firmas con los autores. Tras dejar encargadas las dedicatorias del ya mencionado Sketchbooks e Illustrations, así como de los cómicos fanzines Unicornios estampados, empecé a hacer cola para Pukalince y Felwyn, uniéndose poco a poco a un servidor más fans del dúo granadino. Aparecieron ambas puntualmente a las 20:00, lo que dio lugar a una más que animada charla en la que hablamos tanto de nuestros últimos movimientos y proyectos como de videojuegos, mientras me dedicaban la segunda parte Chan Prin con muchas risas de por medio.


Quedada aquella jornada un último objetivo: El Torres. Así que, tras echarle la garra a los volúmenes auto-editados mencionados en el anterior párrafo, así como a Jinetes, de Mikel Álvarez, me encaminé hacia el puesto de Dibbuks, donde andaba aquel dedicando sus obras. Tras un infructuoso intento de adquirir el agotado El bosque de los suicidas, me hice con un ejemplar de  Goya. Lo Sublime Terrible, el cual sería dedicado tanto por él como por Fran Galán mientras departíamos sobre los pormenores de la serie de Virtual Hero y sobre el arte de Goya (tal y como sus cuadros más perturbadores según cada uno).


Hecho esto, quedaba la primera jornada del Salón del Cómic de Zaragoza cumplida más que satisfactoriamente, pues no solo había alcanzado todas las metas propuestas, sino algunas surgidas inesperadamente in situ. Quedaba, no obstante, todavía el sábado por delante, fecha esta que se imaginaba dura por la cantidad de visitantes que se esperaban en ella.

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