En la reseña de hoy toca hablar de Los cuadernos de Darwin, tebeo que tiene por guionista a Sylvain Runberg (https://www.facebook.com/sylvain.runberg) y por dibujante a Eduardo Ocaña (https://www.facebook.com/eduardo.ocana.12).
Un ya afamado (o infame, según a quién se le pregunte)
Charles Darwin es convocado por el gobierno británico en busca de ayuda en
1859. En Yorkshire las obras de entramado de una línea de ferrocarril se han
visto detenidas ante los salvajes ataques de un animal desconocido que ya ha
matado a dos obreros. La bestia ha provocado que el resto de los trabajadores
se declaren en huelga hasta que la amenaza sea detenida. Será así como Darwin,
mandado junto a un grupo de soldados al lugar, empezará a investigar las truculentas
muertes… y a descubrir más de lo que hubiera imaginado.
Normalmente cuando oímos hablar de Charles Darwin nos
imaginamos los viajes y trabajos de campo que le llevan a escribir El origen
de las especies o toda la polémica que trajo esta obra consigo en su
momento. Es por ello que el presente tebeo nos transmite a un Darwin bastante
original al verlo inmerso en una obra policíaca, con el naturalista inmerso en
una investigación que no está nada clara en un principio. Sus
habilidades están bien insertadas dentro de la historieta, tanto en su
vertiente forense con los cadáveres humanos y animales como en la investigación
sobre el terreno e interrogando a los testigos, con conjeturas bastante lógicas.
¿Lo que está detrás de los ataques es un animal catalogado o es un críptido?
¿Los ataques son fortuitos o hay una motivación tras ellos? Estas y otras
cuestiones son las que irán hilvanando la trama, de tal manera que esta será
muy del gusto de aquellos que disfrutaron con El pacto de los lobos.
En relación con esto último, hay que destacar que la obra no es para todos los públicos, pues es en esencia oscura y violenta. Así, por ejemplo, hay algunos elementos de terror gótico muy bien insertados y algún pasaje que recuerda a lo que sufrirá Londres con el Destripador unas décadas más tarde. En lo que a historicidad se refiere, por otra parte, si bien es cierto que se podría haber incidido más en los problemas que le ocasionaron a Darwin sus escritos, también es cierto que se hace una buena descripción de la Inglaterra de la época: movimientos sindicales, resurgimientos de corrientes místicas, un feminismo o sufragismo prototípico... Y este retrato se logra gracias a que hay unos secundarios bastante cumplidores, tal y como con los anfitriones de Darwin en York, la prostituta que quiere aprender a leer o el instigador de la huelga.
Respecto al dibujo, Eduardo Ocaña ilustra excelentemente dos
aspectos claves de la obra: lo cotidiano y lo truculento. Lo costumbrista es
muy agradecido de ver en estampas de la Inglaterra decimonónica, tal y como con
paisajes como la campiña, bosques, pueblos o ciudades, sin olvidarnos del muy
característico ferrocarril. En lo referente a lo truculento, las viñetas no se
quedan escasas de gore cuando toca, puesto que no faltan amputaciones,
mutilaciones y otras heridas más que explícitas. Muy buen lenguaje no verbal de
los personajes por otra parte, tanto con aquellos que se pasan de listos como
con aquellos que se hacen pasar por tontos, con físicos bastante realistas y
que se suelen alejar de lo idílico: malos peinados, acné, dentaduras
incompletas... Como detalle a mejorar en el apartado del coloreado para evitar
desconcierto y confusiones: que en el tercer volumen Suzanne Dickinson, tras
aparecer los dos anteriores como rubia, pase a ser castaña.
En conclusión, si os gustan las historias de misterio y terror que
mezclan lo histórico y lo ficticio, dadle una oportunidad a Los
cuadernos de Darwin. Os podéis hacer con este tebeo de Yermo por un precio
de 35€, incluyendo entre sus 176 páginas, además de sus tres números
recopilados, algunos extras sobre el proceso de creación de la
historieta.
Por último, la dedicatoria que me hizo en el tomo el amable
Eduardo Ocaña durante el Festival de Cómic Europeo de Úbeda de 2024. ¡Gracias
de nuevo!