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martes, 15 de febrero de 2022

Crónica de la Japan Weekend de Madrid de febrero de 2022

El pasado fin de semana tuvo lugar una nueva edición de la Japan Weekend de la capital española y un servidor tuvo una vez más el privilegio de asistir como acreditado mediante pase de prensa, así que toca comentar la experiencia allí transcurrida.

 



La cita, como viene siendo costumbre, reunió a una gran cantidad de público que iba desde infantes hasta adultos pasando, naturalmente, por jóvenes. Y allí estaban muchos de ellos, desde bien temprano, ya fuera con las entradas normales o anticrisis, que permitían entrar a las 10:00, o las Early Access, que daban acceso a las 9:30, para ir haciéndose con buenos sitios, unos cuantos de ellos en familia.

 


Es obligado señalar la enormidad del presente festival: los pabellones 4, 6 y 8 del IFEMA, con solo el primero de ellos conteniendo ya la friolera de casi 400 puestos de artistas (148 del Artist House y 245 no comerciales). Lo bueno de esta gran cantidad de stands: muy raro era no encontrar alguna cosa de tu gusto creada con el buen hacer de tan diverso abanico de artistas españoles. Lo malo radicaba en el hecho de que hubiera tantos y tantos puestos, puesto que si ibas con dinero limitado era recomendable darse dos vueltas (una de reconocimiento y otra de compras como tal), pudiéndose experimentar dificultades para hallar nuevamente un puesto.

 



Pero, frente a la última Japan Weekend de Madrid, en esta hay que señalar que era más difícil manejarse por los pasillos de los pabellones, pues el público se movía en tropel por ellos, con algún molesto atasco o cuello de botella de cuando en cuando que impedía el desplazamiento. Un servidor lo achaca a que los aficionados no se distribuían homogéneamente por los tres edificios de la feria, ya que había zonas mucho más atrayentes que otras para según que asistentes. Así, por ejemplo, el Artist House y las zonas de los no comerciales atraían, con razón, a mucho público, ya que frente a los puestos comerciales aquí se ofrecían productos artesanos que iban desde tebeos, libros de arte, dibujos por encargo, bisutería, dados roleros hechos a mano, etc., que solo podían conseguirse de manos de sus propios creadores y no a través de tiendas. De un puesto a otro la cosa podía cambiar mucho en cuanto a precios, en unos casos con unas comisiones y tomos de precios más que asequibles y en otras con unas ediciones de lujo que no estaban al alcance de todos los bolsillos.

 



En la zona comercial como tal, variando mi conducta habitual en estos eventos, aproveche para hacer algunas compras en Japón Market 24h, tienda que ofrecía a sus clientes un buen surtido de dulces, postres y aperitivos nipones. Y como muestra, un botón: un “alijo” ideal lo mismo para hacer algún regalo que para darte un capricho.

 



En el resto del evento más que como comprador estuve como observador, con una oferta nada desdeñable de espectáculos ofrecidos por la Japan: exposiciones varias, muestras de wrestling, conferencias, conciertos, clases de taiko, muestras de body painting… Dicho de otra manera: bastante oferta de entretenimiento para no tener que pagar más allá de la entrada.

 




No faltaron a la cita, por supuesto, un buen número de cosplayers, caracterizados como sus personajes de ficción favoritos. Y no en poco número, ya que el cosplay tienta a un público cada vez mayor, entre los que paulatinamente hay más y más niños acompañados de sus padres, estampa muy distinta a la que se veía hace unos años. Lo malo de estar todavía de pandemia es que las mascarillas, si bien en muchos casos tuneadas para encajar con el resto del atuendo, sacaban rápidamente de la ilusión. Sin embargo, hubo cosplayers tan hábiles como astutos que sabían disimular muy bien este problema o incluso convertirlo en ventaja, tal y como con los siguientes de Guts de Berserk, el Demonio Bomba de Chainsaw Man u All for One de My Hero Academia.





Para ir concluyendo esta crónica, esta Japan Weekend ha sido efectivamente gigantesca, probablemente la más grande que tiene un servidor en su memoria, tanto en lo referente a puestos como a asistentes, ya que mucha gente que terminaba con sus compras salía de los pabellones pero no del recinto ferial, de tal manera que contribuían, mientras comían, charlaban, jugaban y descansaban a darle buen ambiente al festival. La única medida de mejora que se me ocurre ahora sería una mayor distribución en el evento por parte del público, ya que en la primera hora del sábado la entrada al pabellón 4 estaba vacía sin saber la gente que podía entrar por allí hasta que la Gran F puso cartas en el asunto para resolverlo. Y única medida por haber sido el evento en líneas generales bastante completo y divertido, de tal manera que se salía agotado, pero ciertamente satisfecho.

 

Respecto al resto del botín, podemos empezar por las presas hechas en editoriales, Artist House y la Zona No Comercial, quizás no tan numerosas como otras veces, pero muy gratas. Así, por ir en orden de adquisición en lo que a tomos de papel se refiere, de la buena gente de Fandogamia cayó Mi primera invasión mundial, tebeo que se me vendió como ideal para los más peques de la casa; luego, de las manos de Marina Zap (https://twitter.com/MarinaZapart), le tocó el turno a su Donde conviven los monstruos, obrita que me llamo la atención por la cotidianidad de sus criaturas sobrenaturales; a esta le siguió Isla Ánima, de Carmen Siplick (https://twitter.com/Siplick), prólogo de la visual novel que está realizando la citada autora y que a un servidor le gustaría jugar en el futuro; y, por último, pero no menos importante, The Art of Zoul’s Law, webcómic de María Valentina (https://twitter.com/mvpurple_art) del me avergüenza confesar que todavía no he leído el final.

 



No faltaron tampoco un par de postales de Carolina Álvarez (https://twitter.com/KaiselKa) y Little Brisby (https://twitter.com/LittleBrisby), perteneciendo a la primera otro webcómic (Forgotten Sons) que también tengo pendiente desde hace demasiado.

 



Un par de comisiones también se vinieron con quien esto escribe para su colección personal, en este caso con Power y Makima, de la muy gamberra y disfrutable Chainsaw Man, de los lápices de Blanca Sobrino (https://www.instagram.com/b.sobrino/?hl=es) y Estudio Tineo (https://twitter.com/Ahharu_arr).

 


Un placer haber coincidido con tante gente maja y encantadora y, mis agradecimientos a la organización tanto por el pase de prensa como por haber hecho semejante gala posible. ¡Nos leemos!

2 comentarios:

  1. La zona comercial me pareció de lo más soporífera, sobre todo por la poca variedad; mientras que el Artist House, junto con la zona no comercial, me resultaron inabarcables (y más cuando ya tenía los pies un tanto molidos de patearme los pabellones 8 y 6). La expo de "Konosuba" era sosilla.

    Eso sí, había, en líneas generales, espacio, y luego también otras actividades para ver (o participar a quien placiera). Hacía tiempo que no me pasaba por un evento y ya tenía ganas, fue satisfactorio en líneas generales pero, a pesar de ocupar tres pabellones y la asistencia masiva de público, me parece que todavía está a medio gas, con muy poco manga, no había presencia de editoriales (Fandogamia estaba ahí al menos, y Odaiba tenía su hueco en el puesto del evento) y ningún (o casi) invitado que renombre.

    Por cierto, qué currado el cosplay de Guts. :0

    Saludos. ^^

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    1. El evento era en líneas generales agradable, pero sí, hay cosas que se echan de menos.

      La zona comercial, salvo alguna honrosa excepción (como Japón Market), era bastante clónica, sí: figuras, posters y camisetas; figuras, posters y camisetas; figuras, posters y camisetas...

      Y sí, la ausencia de invitados de renombre y tomos en papel se hizo notar salvo por el par de casos que comentas, pero tiempo al tiempo hasta que vuelva todo a su cauce.

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