En la reseña de hoy toca hablar de Moribundo, tebeo cuyo autor es Fran Mariscal (https://www.instagram.com/franmariscalmancilla/).
Egon es un joven y prometedor autor de terror cuya cabeza es un caos: ha
pasado por una experiencia traumática que le ha dejado trastocado y despierta
confundido y medio desnudo en las calles de Hollow Hill, población en la que en
los últimos años se han cometido muchos crímenes de los que la prensa no ha
hecho mucho seguimiento. Desorientado y amnésico, Egon será ayudado y curado
por la periodista Piedad mientras investiga la única pista que tiene sobre lo
qué le ha pasado: una tarjeta con el número de teléfono y el retrato de una
joven llamada Liz. Pero el escritor tendrá que ser cuidadoso: sus caninos se
alargan cuando se enfada y una sed terrible se ha despertado en él. ¿Es Liz
quién le ha hecho esto? ¿Por qué está obsesionado con dar con ella?
Buena combinación de thriller, terror, romance tóxico y superación personal,
este comic tiene un protagonista que debe rellenar las lagunas de su memoria y
descubrir el misterio que yace tras Liz, Hollow Hill y su nueva condición, con
una narración en un principio entre lo onírico y lo alucinógeno bajo una luz noir
en el primer tercio de la lectura. En el segundo tercio se da un salto
narrativo hacia atrás por medio de la analepsis, de tal manera que, al mismo
tiempo que Egon, descubrimos como ha llegado a estar en una situación tan
calamitosa y, en el último tercio, volvemos al presente y vemos la conclusión
de la trama. El vampirismo está bastante presente en el relato, aunque entra
realmente en juego en la segunda mitad de la obra y se agradece que en varios
aspectos se salga de la norma, así como que sea duro y grotesco tras una
primera imagen glamurosa. La relación entre Liz y Egon es clave en la trama y
ya los nombres de los capítulos, titulados como las fases del duelo, dice mucho
de ella; ellos son los dos personajes principales y, pese a los puntos en común
de ambos, lo interesante son las diferencias. Por otra parte, en torno a ellos,
circulan algunos secundarios bastante notables, tal y como los padres de Liz o
la Parca, por solo citar algunos, que aportan mucho al trasfondo del lírico y
siniestro mundo de Moribundo.
Respecto al dibujo de Fran Mariscal lo primero que hay que mencionar
es la oscuridad de sus viñetas, particularmente de sus fondos: ya sean estos
rojizos, pardos, grisáceos o azulados, además de ayudar a transmitir lo sombrío
y tristón de la trama, entona bien con los sentimientos que va padeciendo Egon en
cada capítulo. Y hablando de Egon: este no solo coincide en nombre con el
cazafantasmas, sino que también guarda paralelismos faciales con él. Fuera de
este bonito detalle, el apartado gráfico llama la atención por otras
curiosidades, tal y como la rotura o quiebre de las calles o líneas que separan
entre sí las viñetas cuando algo violento en lo físico, mental o espiritual
tiene lugar, con un efecto muy potente y poco habitual de ver. El hecho de imitar
códices medievales para ilustrar avisos, visiones o presagios dota de más
originalidad todavía al volumen. Dentro de todos los simbolismos que hay, un
servidor se queda con la apariencia física de la Muerte, muy justa, tranquila y similar
a la descrita por Jorque Manrique.
En conclusión, si os gustan las obras tenebrosas, con vampirismo y
misterios de por medio, así como las que tratan de superar los traumas del
pasado, dadle una oportunidad a Moribundo. Podéis haceros con esta obra
de Norma Editorial por un precio de 29,95€, con 230 páginas que tienen como único
extra un epílogo del autor titulado ¿Por qué existen los cuentos?
Por último, la dedicatoria que me hizo en el tomo el amable Fran Mariscal en
su sesión de firmas de Tomos y grapas en noviembre de este mismo 2025. ¡Gracias
de nuevo!



