En la reseña de hoy toca hablar del primer tomo de
Isabellae, tebeo que cuenta al guión con Raule (https://www.facebook.com/raule.anisaarsis?ref=ts&fref=ts)
y a los lápices con Gabor (http://artofgabor1.blogspot.com.es/),
siendo intitulado este volumen como “El hombre noche”.
Isabellae Ashiwara es una joven guerrera pelirroja que recorre el Japón del
año 1192, ganándose la vida como cazarrecompensas a cambio de unas monedas. No
obstante, el limpiar los caminos de malhechores es solo su objetivo a corto
plazo, ya que su auténtica meta es reencontrarse con su pérdida hermana, Siuko.
Y tras haberla estado buscando siete largos años, puede que ya haya dado con su
paradero…
Esta obra tiene su primera virtud en saber introducir al
lector en el Medievo nipón. Así, ya con la sombra de la batalla de Dan-no-ura
(1185), se explica muy bien la vida nómada de Isabellae: su difunto padre
pertenecía al clan Taira, el bando perdedor de la batalla y también de la
guerra, explicándose así en parte su deambular constante. Pero el contexto
histórico no queda solo en eso: se explica muy bien otros aspectos de la vida
de Japón en aquellos tiempos, como pueden ser el budismo, la vida en la aldea o
el bandidaje. Quizás lo más notorio del
tebeo sea, además de la violencia, la miseria reinante, ya sea económica o moral, no apareciendo en
esta obra el bushido o código de honor de los samuráis. De hecho, el grado de
salvajismo es tal, tanto por lo bélico como por alguna fechoría de carácter
sexual, que no hacen esta obra apta para todos los públicos.
Respecto a los personajes, son los que ayudan a avanzar la
trama en el escenario tan bien trazado que se ha comentado en las líneas
anteriores. En primera instancia, Isabellae, que mezcla por un lado las
virtudes de la valentía y la determinación y el defecto de la terquedad, todo
ello condimentado con el arrepentimiento. Uno de los puntos más originales de
la obra es que sea acompañada del espíritu de su padre, el cual siempre la
guiará mientras sea recordado, siendo este detalle muy filosófico, igual que el
propio progenitor de Isabellae. Para aligerar un poco el contenido dramático,
el autor tiene a bien introducir cierto toque humorístico, como puede ser con
los personajes de Jinku y Masshiroi, que eran antigua y respectivamente, aprendiz
de monje budista y bandolero.
Respecto al dibujo, Gabor hace que el lector se siente
enseguida sumergido dentro de la obra y la época narrada. Ya desde la primera
página puede verse un gran detalle y esmero en los fondos y los escenarios de
la obra, ya sean estos tupidos bosques, bulliciosas poblaciones o desolados
montes. Los personajes tampoco se quedan atrás: están muy bien ilustrados,
tanto en lo referente al vestuario, con los kimonos y túnicas tan elegantes del
archipiélago japonés como en lo que se refiere a su expresividad, representando
muy bien Gabor sentimientos de amargura, suficiencia, fanfarronería, y, en
contadas ocasiones, alegría. Los combates están muy bien coreografiados, salvo
en cierta ocasión que Isabellae se ve obligada a combatir con una caña de
bambú, por no vérsela cogiéndola,radicando aquí quizás el único fallo del
comic. En cualquier caso, la crudeza de la trama queda muy bien representada,
como ya atestigua la brutal portada.
En conclusión, si os gustan las obras de aventuras con un
buen marco histórico, así como las que tienen cierto toque sobrenatural, no
dudéis en haceros con el primer tomo de Isabellae. Os podéis hacer con este
primer volumen de 48 páginas de la trilogía de Raule y Gabor por un precio de
14€ gracias a Norma Editorial.
Por último, la dedicatoria que me hizo Gabor en el tomo
durante su sesión de firmas en la librería Delirio Comics en marzo de 2015.
¡Gracias de nuevo por tu simpatía!
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