Desde que nació Marruecos como tal allá por 1670, no pocas guerras han tenido los habitantes de este reino con los de al lado, es decir, con los de España. Es por ello que, a continuación, reseño brevemente dos tomos muy recomendables sobre las luchas hispánicas en el norte de África, cada una con su particular óptica.
Para empezar, en 1860: Castillejos, observamos como
las tropas decimonónicas españolas, defensoras de un imperio que todavía tiene
un pie en todos los continentes, se enfrentan al ejército de Sultán para
defender los límites de Ceuta y el honor de su nación. Guionizado por Javier
Diéguez, este tebeo nos cuenta la batalla de Castillejos sobre todo desde el
punto de vista del soldado de a pie, aunque también desde la posición de algunos
mandos, particularmente del general Prim. El autor hace buen reflejo de la
oleada patriótica que inundó la España de 1860, con soldados de prácticamente
todas las regiones ibéricas luchando codo con codo o con la participación de
las cantineras en el socorro de los heridos en batalla. La épica está también
muy bien transmitida a la par que se retratan las dificultades a las que se
enfrentaron los combatientes europeos en un territorio sumamente desconocido
para ellos. La narración, contada por un veterano a su nieto varios años
después de la efeméride, es tan entrañable como solemne, y sirve para cambiar
el tono del tebeo de cuando en cuando según se viaja del presente al pasado y
viceversa.
Respecto al dibujo,
Carlos Morán (https://www.facebook.com/carlos.moran.90834)
lleva al tebeo un estilo cartoon muy resultón a la vista. Las tropas españolas
reflejan muy bien la uniformología de la época con todo el cuidado y
documentación de la época que esto implica, aunque caso distinto pasa con los
marroquíes: si bien llevan los norteafricanos ropas muy vistosas, parecen más
salidas de Las mil y una noches que del territorio Alauita, de manera
similar a lo que ocurría en 300 con los persas. Los combates, por otra
parte, son espectacularmente recreados en las viñetas y los momentos de
violencia no escasean en lo que casquería y salvajismo se refiere, aunque la
camaradería y compañerismo también están ahí. El coloreado acompaña bien a las
ilustraciones, con predominio de tonos grises y morados para la batalla, de tal
manera que queda muy bien reflejado lo inhóspito del Rif y de la batalla.
Por otra parte, tenemos 1921: El Rif. Tocaba a los
españoles volverá a combatir sobre aquellas áridas peñas, no ya contra
Marruecos, sino contra las cabilas rebeldes al Sultán en virtud del
Protectorado junto a Francia. Si bien España lleva a aquel lugar del mundo el
ferrocarril, escuelas y hospitales mientras en paralelo hay actividad armada armada
contra las levantiscas tribus locales, todo el progreso realizado
estuvo a punto de perderse en 1921. Y es que el general Silvestre, confiado en
la victoria, extendió demasiado las líneas españolas, provocando que la
posición de Igueriben quedase aislada y fuera asediada. De esta manera, el
líder rebelde Abd el-Krim no solo se hace con Igueriben, sino que provoca que
el ejército de socorro español que iba a liberarla se estanque en Annual y se
acabe desbandando ante el temor a los rifeños en un sálvese quien pueda.
Y es aquí donde se produce el infame Desastre de Annual, con
los fugados huyendo desordenadamente hacia Melilla a medida que la zona
oriental de Protectorado va siendo controlado por los rebeldes. Fue en esta
situación tan comprometida cuando el Regimiento de Caballería de Cazadores de
Alcántara se hizo inmortal, al cubrir la retirada de sus compatriotas aún a
costa de su propia vida. Y es justo en estos jinetes en los que se centra el
tebeo guionizado por Javier Yuste, gentes normales y corrientes de mantuvieron
la disciplina en todo momento y, espada en mano, protegieron a los que por una
razón u otra eran incapaces de defenderse hasta que las bajas prácticamente
hicieron desaparecer al regimiento como tal. Esta narración también va a
saltos, dando especial importancia a la amistad y compañerismo de los de
Alcántara en los meses previos al Desastre, con sus distintas ilusiones,
miedos, miserias individuales y la hermandad del grupo; en este sentido,
mención especial a la vida cotidiana de los quintos y civiles del Protectorado.
Respecto a lo bélico, el tebeo muestra lo peor y lo mejor de la guerra, es decir,
tanto lo heroico como lo despiadado. De poner un pero: el Desastre como tal no se ve en el tebeo más allá del epílogo del autor, y si bien está muy bien sintetizado con una estupenda prosa, hubiera sido genial ver este trasladado a las viñetas.
Respecto al dibujo, Antonio Gil (https://www.facebook.com/generalmcallister)
plasma en el papel el Desastre con un estilo realista y adusto: personajes con rostros
que no sería nada raro ver por la calle, unos caballos muy bien perfilados (tarea
nada fácil, por cierto), un ambiente en el que se puede percibir el calor… En
lo que a violencia se refiere, la ilustraciones no se quedan cortas: la
crueldad de los rifeños ante sus prisioneros, lo brutal de los choques de la
caballería, la peligrosidad de los francotiradores… El escenario está pintado
de manera relativamente sencilla, pero efectiva y el Rif queda más que bien reflejado,
labor en la que contribuye mucho el color, el cual ayuda en mucho en darle más
atractivo el tomo.
En conclusión, si os gusta la historia bélica de España,
dadle una oportunidad a estos tebeos de Cascaborra Ediciones de 66 y 64 páginas
y, respectivamente, 16 y 15€, con algunos extras en cada uno.
Por último, las dedicatorias que me hicieron los autores en sus
respectivos tomos, el uno en el Salón del Cómic de Barcelona y el otro en el de
Granada. ¡Gracias de nuevo por vuestra amabilidad!
En este tipo de historias es sencillo caer en maniqueísmo, pero parece que no es el caso. En todo caso tienen pinta de ser dos buenos tebeos, que se pueden disfrutar teniendo conocimientos poco profundos de lo que narran.
ResponderEliminarIdeales para ponerse en la piel de los quintos de ambas épocas, efectivamente. ¡Gracias por comentar!
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