miércoles, 31 de enero de 2018

No son molinos – Una antología de cachava y boina

En la reseña de hoy toca hablar de No son molinos, antología de relatos cortos obra de varios autores, y que si bien varían en su temática, tienen todos en común como marco el medio rural español.


El primer relato del volumen se titula Vida del Padre Lobis; verdadero lobizón de Nueva Vizcaya, de Luis Besa (https://www.facebook.com/luisbesa). Aquí asistimos a las confesiones de fray Mosquete sobre como el Padre Lobis, devoto jesuita, contrajo en Norteamérica la maldición de la licantropía, y de lo que fue de él posteriormente.
Este relato fusiona diversos géneros como pueden ser el histórico, el bélico, el sagrado, el sobrenatural, e incluso el terrorífico. Y lo hace de forma magnífica. Así, vemos a los dragones españoles avanzando por California y luchando contra los indios seris, y en paralelo, la misión evangelizadora jesuítica, prestando atención a diversos detalles del Siglo de Oro que revelan una buena labor de documentación. Las batallas de los conquistadores y los seris son loables no solo por su buena combinación de acción y descripción, sino por el conocimiento del tipo de combate que se producía en aquellos tiempos en la frontera norte del virreinato de Nueva España. Tampoco se puede dejar de mencionar la pasión de Lobis frente a su maldición, con todo el simbolismo cristiano que implica. Mención especial al lenguaje que ha usado Besa para escribir esta historia, por el parecido que guarda con la época de la narración.    

En Temblores, de Cristina Jurado (https://twitter.com/dnazproject), los pueblos de Pinares y Lora del Campo, debido a un colosal corrimiento tectónico, han pasado de estar separados por 49 kilómetros a apenas unos metros. Y, sin embargo, todavía más cosas extraordinarias están por pasar entre ambas poblaciones.
Temblores es un relato del que en un principio uno no sabe muy que esperar. Elementos como la confusión, el  extrañamiento y la paranoia que se generan entre los habitantes de Pinares y Lora están muy bien conseguidos, hasta el punto de que se contagian al lector. Esta es una historia en la que sin duda hay que fijarse en los detalles, con momentos claves como las 11:11, y que cobran sentido al acabar el texto. Sin querer profundizar y destripar más, solo queda decir que aquellos que gustaron de El horror de Dunwich, disfrutarán también con esta obra.   

En Quién, cuando yo grite, me escuchará, de Daniel Pérez Navarro (https://twitter.com/wigowicz), Eloy Santos es entrevistado por Miguel San Miguel sobre un extraño problema acontecido con un cíborg en el parque temático Ruralworld.
Nos encontramos aquí con una excelente obrita de la que hay destacar varias cosas. Para empezar, la estructura, basada enteramente en el diálogo de un entrevistador prepotente y un entrevistado bastante más humilde y, paradójicamente, inseguro a la par que profesional, con un largo parlamento del que el lector va a ir sacando información poco a poco, casi con cuentagotas. Además de los ya mencionados personajes, de los que se pueden sacar en claro no pocos retratos del ser humano, el argumento en sí también es sobresaliente, aunando temas aparentemente contradictorios entre sí como la inteligencia artificial y el ecologismo, y aprovechando también para hacer críticas a nuestra sociedad y meter varias referencias cinematográficas.      

En El Ovillo, de Alicia Pérez Gil (https://twitter.com/AliciaPerezGil), Pedro lleva a Luz a El Ovillo, una finca en la que se crió de niño.
Mezclando en cierta medida realismo mágico con terror, Pérez Gil nos ofrece una historia más que correcta con sorpresa final incluida. No faltan tampoco elementos interesantes, como una casa embrujada con una más que bien llevada relación de simbiosis con sus habitantes. Me gustaría hablar más de este relato, pero temo destriparlo, así que me contendré.

En La sombra del candil, de Ana Roux (https://www.facebook.com/ana.rouxrodriguez), una pareja de guardias civiles tiene que resolver el misterioso y truculento asesinato de un sacerdote.
Nuevamente nos topamos en esta antología con una obra que mezcla de manera más que acertada diversos géneros. Lo que en principio puede parecer ni más ni menos que un relato a medio camino de lo policíaco y terrorífico ambientado a en la España de mediados del siglo XIX acaba por mostrarse también como una ucronía. Así, lo que empieza por parecer un surrealista e hilarante encuentro entre la Benemérita española y la Gendarmería francesa, acaba por reflejar que el Imperio Napoleónico todavía sigue fuertemente asentado en Europa. Y por si fuera poco, además de trazarnos un escenario donde lo mismo hay afrancesados que resistentes isabelinos e incluso carlistas, también se atreve la autora a experimentar con lo sobrenatural y ancestral de lo ibero. Y como punto culminante de todo lo anterior, no queda sino destacar el buen equipo de guardias que componen el sargento Sacristán y el cabo Ucero, sobre todo con el acompañamiento de la doctora Eulalia.

De Luminarias, de Layla Martínez  (https://twitter.com/17bdb4d9ee92445), hacer una sinopsis es algo bastante complejo, así que me limitaré a señalar que en un ambiente rural distópico, con solo seis horas de electricidad diarias y una comuna con siniestras prácticas más propias de una secta, unas luces astrales empiezan a iluminar los cielos.
La estructura de este relato está muy conseguida, con diecinueve capitulitos con distintos puntos de vista de un buen puñado de personajes distintos, cada uno con su particular retrato obtenido tras unas breves pinceladas. Luminarias supone un buen entretenimiento para los que gusten de leer sobre terror, gobiernos opresores, sociedades decadentes y astrología.   

En Deli Bal, de Raquel Froilán (https://twitter.com/frauwaz), el Rubio, un apicultor que prefiere estar con las abejas antes que con las personas, está a punto de sacar al mercado una miel muy especial.
Esta es una de las historias que más llamó la atención de un servidor dentro de la presente antología, tanto por estar excelentemente escrita como por la manera que tiene de mantener en vilo: los movimientos del Rubio, el singular comportamiento de sus abejas y la relación que tienen con su valedor, los efectos de la miel en la gente que la prueba... A destacar el excelente uso de un narrador cercano y en primera persona y que solo es captado como tal al final del relato, así como por el sentido del humor que esgrime.

En Lemmings, de Nieves Mories (https://twitter.com/nmories), una adolescente va a visitar a su abuelo en invierno, esperando que finalmente le narre como fue destruido su antiguo pueblo.
Pese a que Lemmings no deja de ser una revisión de El flautista de Hamelin, se trata de una historia bien expuesta, con descripciones de escenas y paisajes muy visuales y el interesante añadido de elementos de la mitología española a la suma.

En Cuídate, hija, de la Garduña, de Virginia Buedo (https://twitter.com/virbue), Sara está convencida de que las historias que se cuentan sobre la Garduña en su pueblo son cuentos tontos. Y por ello, se aventurará en la noche para demostrar que no hay nada que temer de ella.
Del relato de Buedo lo primero que hay que señalar es el buen retrato que hace de una adolescente rebelde, muy pagada de sí misma y que se cree más lista que todos los que la rodean. Eso, y además, hacer ver al lector a través de sus ojos, algo que también tiene su mérito. El misterio en torno a la Garduña, organización criminal creada alrededor de una entidad maligna, está muy bien llevado, y desde varios niveles de lo terrorífico. Sin embargo, y pese a todo lo bueno, la concepción de la historia de las gentes rurales como seres pasivos y fácilmente doblegables es algo más que discutible.

En No se tira nada, de Eduardo Vaquerizo (https://twitter.com/JonTichy), Guzmán y su familia van a pasar unos días a una casa rural, confiando en que un cambio de aires les vaya bien a sus hijos enfermos. Sin embargo, este padre está lejos de figurarse las maravillas y horrores que guarda el pueblo al que van de vacaciones.
Posiblemente uno de los relatos más impactantes del presente volumen. Vaquerizo hace uso de una  crudeza psicológica que intranquiliza y acaba por dar lugar a un más que notable relato de terror, creando poco a poco el ambiente, dejando pistas y vaticinios aquí y allá antes del tremendo desenlace. La vuelta de tuerca que se le da a ese pragmatismo tan propio del mundo rural, ya claro desde el título, está muy bien llevada, y de tal manera que no sabemos si estamos ante fantasía o ciencia ficción, o incluso una mezcla de ambas. Hablaría más de esta historia, pero me contendré para que quien no la haya leído pueda experimentarla de la forma más límpida posible.

En Una línea en la pizarra, de María de la Concepción Regueiro Digón (https://twitter.com/C_Regueiro), Lucía llega a Tordestes, pueblo que en 1941 ha visto su aserradero reabierto por una compañía hispano-alemana. Pero ambos sucesos, en apariencia beneficiosos para la localidad, se ven acompañados de extraños fenómenos naturales. ¿Estará todo relacionado entre sí?
Este es el relato que más me ha costado acabar de toda la antología. Y es que a pesar de contener elementos con potencial, tal y como espías británicos, agentes secretos del Tercer Reich, energías telúricas y gentes con la capacidad de controlarlas, la lectura nunca me ha enganchado. Los principales problemas de esto estriban en dos puntos: el hecho de que haya demasiados personajes y que sus partes no estén lo suficientemente divididas entre sí (al contrario que en Luminarias) y una insistencia muy machacona sobre los males de la España de la época.

En Aceite, de Alejandro Candela Rodríguez (https://www.facebook.com/alecanrod), al ver a su amigo Cándido triste, León y Mariano deciden intentar animarlo llevándolo a una tienda de aceites para poner remedio a su melancolía.
Posiblemente el relato más entrañable de la presente antología, Aceite es una historia que trata de la amistad y, sobre todo, del amor. Nostalgia y cariño se desprenden de las páginas de la narración, y tanto la relación de confianza y camaradería del trío de ancianos ya mencionados como la más afectuosa de Cándido con Esperanza, su difunta esposa, son emotivas y muy bonitas.      

En Manuscrito hallado en Ilerda, de Albert Kadmon (https://www.facebook.com/kadmonidas), un hombre cuyo fin se acerca aprovecha para escribir sus últimos pensamientos y reflexiones al amor de su vida.
Nuevamente la antología nos presenta una ucronía. Esta, con la Guerra Civil Española como telón de fondo, plantea lo siguiente: ¿qué habría pasado si en la contienda hubieran existido alquimistas creando homúnculos para batallar? Pese a que esta premisa podía dar mucho juego, su mayor problema es aparecer en un relato corto donde no puede relucir con todo su fulgor. ¿El motivo? Pues que Manuscrito hallado en Ilerda, en sus veinte páginas, además de la alquimia y los homúnculos, habla también sobre el horror de la guerra y, además, sobre el romance del narrador y el narratario del texto. Y ese es el mayor problema que ve un servidor: esta historia debería estar destinada a una novela y no un relato corto, pues tiene demasiado que contar. De hecho, la historia del homúnculo que se acaba pasando a los rebeldes, pese a todas sus posibilidades, apenas se desarrolla. Tres cuartos de lo mismo se puede decir de la relación entre el narrador y su destinatario, ambos agentes secretos de los bandos en liza que acaban por enamorarse. Sin embargo, el relato goza también de sus virtudes. Por un lado, la descripción tan cruda que se hace de la guerra, sin florituras ni romanticismos, muy apropiada, y sobre todo, breve y concisa. Por otra parte, la estructura del escrito, con forma epistolar y con la interesante peculiaridad, justificada en la falta de cualquier otro soporte por parte de su creador, de estar escrito en torno a investigaciones alquímicas, de tal manera que los lectores van descubriendo en paralelo las confesiones del narrador y sus experimentos.

En Home do unto, de Juan González Mesa (https://twitter.com/JuanGMesa), Manuel Romasanta ha sido indultado. Y planea volver al pueblo al que nació por asuntos pendientes.
Otra ucronía, esta vez centrada en torno al infame  asesino serial conocido como el “Sacamantecas”, y un hipotético indulto total hacia sus asesinatos. Las dudas sobre si se trataba de un hombre o mujer son resueltas de manera interesante, añadiéndole truculencia y más misterio todavía a una historia ya violenta y extraña de por sí.

En La noche en que se llevaron a Anastasio, de Yolanda Camacho (https://twitter.com/yolandamerricat), las hermanas Sofía y Olivia Godoy viajan al pueblo de Cerro Umbrío, para comprobar la veracidad sobre una historia de su padre, el cual asegura que Anastasio, un amigo suyo de la infancia, fue abducido por una luz cegadora.
El misterio de este relato está muy bien presentado, con un pueblo cuyos habitantes se cierran en redondo ante los forasteros, quedando claro rápidamente que saben más de lo que aparentan. En este contexto, el dúo de protagonistas está muy bien llevado, no solo por tener cada una de sus integrantes su propia personalidad, sino también por hacerse muy realista su manera de llevar a cabo la investigación, tanto por su coartada como por todos los obstáculos que encuentran mientras indagan.

En Una casa en el barro, de Haizea Muñoz Zubieta (https://twitter.com/Elle_ctrica), Sara quiere huir de la vida en la ciudad y está decidida a crear una casa rural con la que ganarse la vida. Con ello en mente, acabará por toparse con una aldea vasca y buscará en ella una edificación que comprar, sin hacer especial caso a las habladurías que tachan a aquella de embrujada.
Este relato es un excelente ejemplo de una historia que parece que te está llevando para un lado cuando en realidad te está llevando para otro totalmente diferente. Y es que este relato, además de estar bien escrito, permite además al lector saber más de los mitos vascos, con leyendas como las de Mari o Akerbeltz de por medio.

En Anomalía gallinácea. Auge y caída de los transpollos, de Daniel Almodóvar (https://www.facebook.com/dani.almodovar.1), un periodista escribe un artículo sobre el fenómeno de los transpollos, aves de corral a las que les aparecieron en el cuerpo puertos USB.
Este es el relato más humorístico de la antología, lo cual es mucho decir, pues pese a que aparecen científicos electrocutando pollos, se siguen narrando sucesos divertidos. El formato de la obra es muy acertado con su forma de reportaje, haciéndonos conocer cuál fue el origen de los transpollos  y cómo se fue desarrollando su cría y las experimentaciones hechas con ellos, lo mismo con entrevistas que con exposición e incluso disertaciones. Relato apropiadamente corto dado su formato, pero que además de entretener provocará ciertas reflexiones.

En El Viento. Una historia de La Frontera, de Raúl Gonzálvez del Águila (https://www.facebook.com/raul.gonzalvez), un grupo de comuneros se propone llevar a través de Levante un valioso cargamento hasta Deltebre. Pero el camino estará lleno de peligros.
De todas las historias del presente volumen, esta es la que más descolocado me dejó en un principio, hasta el punto de no tener ni idea de lo que estaba pasando en las primeras páginas: se hablaba de España, de escopetas, de califas, de la Frontera, de ducados, de mutas, de órdenes militares, de aparatos eléctricos… No fue hasta más o menos la mitad del texto cuando pude ubicarme: estaba ante una obra post-apocalíptica. Y bastante buena y entretenida, por cierto. El mundo sobre el que se desarrolla la acción está muy trabajado, y las distintas sociedades que se perfilan en su interior son de lo más interesantes, hasta el punto de que estaría más que dispuesto a leer una novela ambientada en este mundo que, pese a ser futuro, ha retrocedido en muchos sentidos siglos atrás. No faltan sorpresas, como la aparición de seres como el Ojancanu o la naturaleza de la valiosa carga que transportan los protagonistas. De criticar algo, lo único que se me ocurre señalar es la confusión inicial, aunque hay que matizar esto último: la obra empieza in medias res, y todo ello ayuda a sembrar extrañamiento en los lectores en un principio. 

En 50% algodón, 50% poliéster, de Adolfina García (https://twitter.com/AdolfinaGO), el joven vendedor Ricardo se empieza a ver requerido por su octogenaria vecina Felisa. ¿Qué intenciones esconde esta?
Este relato sin duda tiene virtudes. Su narrador autodiegético o en segunda persona, por ejemplo, es tremendo. El texto parece llevarte a un destino muy claro, con lo que su gran sorpresa, pese al par de pistas previas, no se ve venir y gana en mucho con las relecturas. Ahora bien, la violación de una niña de quince años entre sus páginas sobra totalmente y se podía haber prescindido de ella sin que afectase a la narración, más si cabe cuando ya en el argumento principal hay un fuerte componente abusador.

En La encantá del barranco, de Enerio Dima (https://twitter.com/enerio_dima), la pastora Dori, mientras guía a sus ovejas, se topa con una mujer fantasmagórica en un barranco. Dori, pese a temerla en un principio, acabará por sentir fascinación por el espectro y querrá saber más de ella, y si es posible, ayudarla.
Este es un buen relato romántico en el mejor sentido de la palabra, con fantasmas, amores imposibles, etc., enlazando además con la tradición bucólica e incluso gozando de marco histórico, como es la invasión napoleónica de España, y más concretamente, de La Mancha. A la buena aproximación a la época tratada y al pastoreo de la misma hay que sumar el hecho de que Dima logra que te intereses por lo que le pasa a sus personajes principales y hacia el final de relato hay una interesante vuelta de tuerca con uno de ellos. En definitiva, buen relato y buen cierre de la antología.

En conclusión, si os gustan las historias de misterio, terror, fantasía o ciencia ficción y con cierto compromiso hacia la causa LGBT, dadle una oportunidad a No son molinos. Podéis haceros con esta antología de la editorial Cerbero por un precio de 20€, incluyendo entre sus 624 páginas, además de las veinte historias ya señaladas, un poema de Juan Teso Fuentes a modo de introducción y un prólogo bastante documentado de Juanma Santiago que ahonda en el género de cachava y boina.

Por último, las firmas que me dedicaron varios de los autores en el tomo cuando este fue presentado en la Beer Station de Madrid en enero de 2018. ¡Gracias de nuevo por vuestra amabilidad!   

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