viernes, 31 de marzo de 2023

El hijo del hombre, de Félix Ballesteros Rivas

En la reseña de hoy toca hablar de El hijo del hombre, novela escrita por Félix Ballesteros Rivas.

 


La humanidad ha detectado un asteroide que en dos siglos provocará la destrucción de la Tierra. Tras este terrible hallazgo se construirán grandes naves espaciales que albergarán todo tipo de formas de vida terrícolas con las que intentar colonizar futuribles planetas habitables. Pero la empresa no será fácil: por una parte, el incierto viaje durará siglos o milenios; por otra, durante su éxodo espacial en pos de un nuevo hogar en el que echar raíces, puede que los humanos se encuentren con que no están solos en el universo…

 

La ciencia ficción que plantea escenarios hipotéticos pero realistas tiene su particular encanto. Este es el caso de El hijo del hombre, novela con varias virtudes. Para empezar, la manera en la humanidad se enfrentó a la llegada del meteorito, muy realista y lógica tanto en lo bueno como en lo malo. Tres cuartos de lo mismo se puede decir del periplo humano por el espacio: increíblemente largo hasta que se topen los supervivientes con algún sistema habitable, como no podía ser de otra manera. La manera de viajar por el cosmos también es muy interesante: mediante velas fotónicas, con más de algún paralelismo con las antiguas embarcaciones griegas de manera totalmente pretendida por el autor y que tiene una base más que real. Lo amena que es su lectura también habla en favor del libro, ya que se devora a gran velocidad, sin aburrir en ningún momento, ni siquiera en los momentos de calma; si bien es cierto que hay pasajes que habría merecido la pena desarrollar más, como el resultado final no es ni mucho menos insatisfactorio, diremos que el autor pecó de prudente con aquello de “si breve y bueno, dos veces bueno”. Los pasajes bíblicos que encabezan los capítulos sirven para adelantar cosas que están por sucederles a los personajes principales, con además bastante relación con el cristianismo a lo largo de la narración, tal y como con el trasunto del arca de Noé con el que empieza la obra. No se puede dejar de mencionar la sorpresa con la que se encuentran los supervivientes (y los lectores con ellos), ya que no está nada mal y hará que más de uno se plantee o replantee varias cosas.  

 

En conclusión, si os gustan las obras de ciencia ficción, los escenarios apocalípticos y postapocalípticos y los grandes viajes, dadle una oportunidad a El hijo del hombre. Podéis haceros con este libro de la editorial de Alberto Santos de 259 páginas por un precio de 16€ en formato físico y por 3,99€ en versión digital.



Por último, la dedicatoria que me hizo en el tomo el amable Félix Ballesteros Rivas durante el festival Celsius de 2021. ¡Gracias de nuevo!  

domingo, 26 de marzo de 2023

No lo abras jamás, de Ken Niimura

En la reseña de hoy toca hablar de No lo abras jamás, tebeo obra de Ken Niimura (https://twitter.com/ken_niimura).

 


El folclore japonés tiene algo sumamente atrayente que sigue seduciendo al público a día de hoy. Y a ello le saca muy buen partido No lo abras jamás, una antología de tres relatos nipones basados en cuentos y leyendas (tal y como los de Urashima Taro o Tsuru no Ongaeshi). Las tres tramas del tomo (un niño pescador que es recompensado por salvar a una tortuga; dos aprendices de monje haciendo trastadas; y un pilluelo que se acaba enamorando de la más candorosa de las mujeres) tienen en común dos temas: algo que se prohíbe y unos protagonistas que son incapaces de resistirse a la tentación y acaban de violar esa prohibición con funestas consecuencias.

 

Todo esto no es ni mucho menos ajeno a nuestra cultura occidental (con Pandora y su caja como primer paralelismo que se nos vendrá a la cabeza a muchos), pero son tramas interesantes de los que a día de hoy se pueden seguir sacando partido: lo prohibido es tabú por algo y muchas veces el no confiar en la gente cercana acaba por estropearlo todo. Ahora bien, estos tres relatos no se limitan a contar cuentos clásicos, sino que Niimura va un paso más allá: cambia el desenlace de cada uno de ellos para hacerlos más acorde a sus gustos. Con esto obtiene el autor dos triunfos: sorprender al lector veterano que se encuentra con algo que no esperaba y despertar el interés de aquellos que no conozcan los cuentos originales, de tal manera que, una vez leen el tebeo, buscan cómo es la leyenda original para ver qué cambia. Y todo esto durante un gran ejercicio de narración, caracterizando a los personajes rápida y certeramente para meterse de lleno a contar la historia.  

 


Respecto al dibujo, Ken Niimura tiene un estilo engañosamente sencillo. Y lo de “engañosamente sencillo” porque, si bien es cierto que dibuja a los personajes con unas pocas líneas antes de pasar a la siguiente viñeta, ahí radica su maestría: en el hecho de poder crear un personaje a partir de unas pocas pinceladas y dotarlo de gran expresividad, muy a lo cartoon. Los fondos de la obra siguen el mismo patrón, con lo que Niimura demuestra que puede hacer escenarios que dejen a las claras los lugares que transitan los protagonistas con un puñado de líneas; esto no quita, no obstante, que de vez en cuando haga grandísimos paisajes, todo sea dicho, tal y como alguna costa transitada por un puñado de navíos pesqueros que ocupa una bella y relajante doble página. Por otra parte, el coloreado se basa principalmente en blancos y negros, con algunos grises aquí y allá, así como con un rojo muy visual reservado por el autor para momentos y elementos importantes de cada historieta.

 


En conclusión, si os gusta el folclore japonés y queréis recrearos en dibujos sencillamente encantadores, no dudéis en darle una oportunidad a No lo abras jamás. Podéis haceros con este comic de 408 páginas de Astiberri por un precio de 20€.

 

Por último, la dedicatoria que me hizo en el tomo el amable Ken Niimura durante su sesión de firmas de julio de 2021 en Omega Center. ¡Gracias de nuevo!


viernes, 17 de marzo de 2023

Reseñando mangas varios

Por variar un poco con la tónica habitual del blog, la presente entrada voy a dedicar a hablar de un trío de obras japonesas bien distintas entre sí, pero que tienen en común entretener cada una a lector de una forma u otra.




Por ir en orden alfabético, empezamos por Baltzar: El arte de la guerra, de Nakajima Michitsune. En un difícil mapa político, Bernd Baltzar, mayor del ejército de Weissen, es mandado por su nación a la vecina Baselland en calidad de instructor y asesor militar para modernizar el ejército del país limítrofe. Ahora bien, esta no es su única misión, ya que su gobierno también lo usa como investigador para saber más del reino que va a estar en el punto de mira de otras potencias extranjeras por ser su anexión un bocado demasiado apetecible. Ahora bien, cuanto más tiempo pasa Baltzar en Baselland, más cariño le va cogiendo al país vecino y a los cadetes a su cargo. ¿Primará para el oficial más el deber o el querer?

Si os gustan las obras de temática histórica que tienen lo mismo espacio para lo bélico que para las intrigas políticas, no dudéis en echarle un ojo a este manga. Con muchos paralelismos con la Europa de mediados del siglo XIX (la de la unificación alemana, particularmente), los aficionados a la Historia verán trasuntos políticos aquí y allá muy bien narrados y descritos, aunque dejando espacio para elementos originales. Lo castrense también está a la orden del día, con todo lo bueno y lo malo que esto conlleva: así, si no esconde lo sanguinaria, cruenta e incluso fría que puede ser la guerra, también se muestra la camaradería entre los soldados de un mismo bando o el uso de la estrategia, inteligencia y tecnología sobre la fuerza bruta. El dibujo es tan detallado como documentado, con unas batallas y combates muy dinámicos (e incluso gores a veces), los cuales alternan con momentos más tranquilos que engloban lo mismo al mayor confraternizando con los cadetes que lidiando conspiraciones de gabinete.

 



Continuamos con Bilbliomania, de Obaru y Macchiro. Aquí seguimos los pasos de Alice, una niña que ha acabado en un extraño edificio con seiscientas sesenta y seis habitaciones. Allí es recibida por su sonriente anfitrión, Serpiente, el cual le dice que en su cuarto cualquier deseo que tenga se hará realidad. Ahora bien, si intenta salir del edificio, cuanto más se aleje de su cuarto, más se corromperá y mutará su cuerpo… hasta que finalmente muera. Pese a ello, Alice se acaba decidiendo por volver al exterior, aunque la tarea no será fácil, pues su habitación es la 431… y deberá atravesar las 430 anteriores para lograr su propósito.

Este tebeo combina muy bien dos cosas: terror y reflexiones sobre la psique humana. Respecto al terror, el ambiente de la obra tiene ya desde el principio algo de apocalíptico (el número de habitaciones del espacio de la trama no es ni mucho menos casual), con una amenaza que de alguna manera está acechando ahí fuera; ahora bien, a este se le añade una muy buena dosis de horror corporal según el cuerpo de Alice va degenerando y cambiando paulatinamente, contribuyendo a esto enormemente los inquietantes dibujos de Macchiro. Respecto a las reflexiones sobre el ser humano, no deja de ser interesante ver lo que hacen los huéspedes de las salas por las que pasa Alice con la capacidad de obtener lo que quieran: obsesiones y excesos en los que más de un lector se puede ver reflejado. A todo lo anterior solo queda añadirle una cosa más: el giro de tuerca que hay hacia el desenlace de la obra, con viñetas hiperbólicas y tremendas.




Por último, terminamos con La brujita oficinista, de Maka Mochida. Aquí tenemos a Misono, el nuevo de la oficina, muy serio y profesional. Pronto conoce a Shizuka, compañera de empleo tímida y buenaza que, además de oficinista, también es bruja. Poco a poco se irán conociendo más y más y los sentimientos del uno por el otro irán en aumento.

Esta es una historia de amor entrañable con toques de comedia y un poquito de fantasía aquí y allá que hará las delicias del público que quiera pasar un buen rato. La narración es muy bonita y, además de describir una relación de lo más sana y tierna aprovecha también para avisar de los peligros de las relaciones tóxicas y abusivas (el exnovio de Shizuka), del ser demasiado bueno hasta ser tonto, el sobreesfuerzo en el trabajo… El dibujo es todo lo bonito que se puede imaginar, yendo de la mano en monería con la trama. No hay demasiados fondos, pero tampoco le hacen falta a las viñetas, ya que los personajes ya las llenan de sobra con su acciones, gestos y diálogos.