En la reseña de hoy toca hablar de Hoy es un buen día para
morir, tebeo obra de Jesús Colomina “Colo” (https://www.facebook.com/jesus.c.orgaz).
Durante una de sus investigaciones en el Ártico, la compañía
farmacéutica Rex Lab ha encontrado congelado un virus prehistórico. Este,
bautizado como “Mal de la Tristeza”, provoca en sus víctimas una brutal
depresión que acabará terminando con sus vidas. Con gran inconsciencia, la
empresa propagará el virus en determinados puntos del planeta con las miras
puestas en enriquecerse con sus vacunas. Lejos están los directivos de Rex Lab
de saber que van a desatar una pandemia tan global como destructiva sobre el
planeta.
Lo primero que se me viene a la mente a la hora de definir
este tebeo es la palabra “desesperación”. Jesús Colomina no ha creado
simplemente una situación apocalíptica sumamente terrorífica: la ha creado en medio
de una sociedad tan distópica que da miedo pensar que algunos puntos se esté
volviendo reales. Así, por ejemplo, los poderosos comenten abusos sin temor a
represalias, la ciudadanía es, bien indolente gracias a las nuevas tecnologías,
bien tan corrupta como los opresores anteriormente mencionados. Pero, sin duda,
uno de los elementos más llamativos (e importantes) del relato es el hecho de
que casi toda la gente haya perdido la pasión por vivir, olvidando sus verdaderos
y más profundos sueños, ilusiones y deseos para, simplemente, sobrevivir.
Si tan sobrecogedor como real se hace el marco de la obra,
los personajes que transitan por él no lo son menos. Estos pueden dividirse en
varios grupos: los trabajadores de Rex Lab integrarían el primero, seguidos por
el grupo de amigos y músicos que pretenden sacar un disco, sin olvidar, por
otra parte, a las personas que rodean a unos y otros. Los primeros podrían
considerarse, bien los villanos de la historieta, bien sus colaboradores más o
menos directos, mientras que los segundos y los terceros podrían considerarse
aquellos a quienes les toca pagar por las faltas de otros. En cualquier caso,
Colo logra que cada personaje sea único, y lo que es más importante,
interesante, tanto en solitario como a la hora de interactuar con otros. Y como
ejemplo de esto último, las conversaciones de Luz con su padre, o las del señor
Bona con Yoyo.
Narrativamente hablando, la obra podría dividirse en tres
partes. En la primera sirve para presentar a los personajes, su telón de fondo
y el virus. El segundo tercio del comic, además de desarrollar a los
personajes, empieza a mostrar como el control del “Mal de la Tristeza” se le ha
ido de las manos a Rex Lab, dando paso al comienzo del fin. Las partes hasta
ahora señaladas, pese a ser interesantes, podrían ser calificadas de “lentas”.
No pasa lo mismo con el último tercio de la obra: es simplemente trepidante,
sin dar descanso al lector, que prácticamente devora un desenlace donde se
puede observar lo mejor y lo peor del ser humano… y en el ningún personaje, ni
siquiera los protagónicos, tiene asegurada la supervivencia.
Respecto al dibujo, el estilo de Colo es seco y sombrío,
ideal para la historieta que le toca plasmar. A esto hay que sumar el
predominio general de diversos tonos de gris y marrón, logrando así el coloreado acentuar las páginas del
espíritu distópico más arriba mencionado. El ritmo anteriormente mencionado
también se ve reflejado a lo largo de las viñetas: las de los primeros
capítulos suelen ser más tranquilas y estáticas, mientras que las últimas son
mucho más movidas e impactantes, aunque todas en su conjunto transmiten una
sensación cinematográfica.
En conclusión, Hoy es un buen día para morir es una lectura
compleja, y que si bien no es para todos los públicos por ser un tebeo duro, no
dejará indiferente a nadie gracias a sus buenos personajes, su lograda
ambientación, su más que espectacular final y los mensajes que permite sacar en
claro. Podéis haceros con este tebeo de manos de la editorial Dibbuks por un
precio de 30€, incluyendo entre sus 384 páginas, además del comic propiamente
dicho, un original extra: un CD con las canciones que toca el grupo de música
protagonista interpretadas por el autor y sus amigos.
Por último, la dedicatoria que me hizo en el tomo el
simpático Colo durante las Jornadas Comiqueras del Fnac Callao de 2016.
¡Gracias de nuevo!
P.D. También debo darle las gracias a Francisco Javier
Illescas, por descubrirme la obra a través de su fantástica reseña en Fantasymundo,
puesto que sin ella no estaría este volumen en mi estantería.
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