En la reseña de hoy toca hablar del primer volumen de la
saga de Elfos, el cual contiene los capítulos “El cristal de los elfos azules”
y “El honor de los elfos silvanos”.
En primer lugar, en el volumen aparece “El cristal de los
elfos azules”, del guionista Jean-Luc Istin (http://www.jeanlucistin.com/) y del
dibujante Kyko Duarte (https://www.facebook.com/kyko.duarte).
En este tebeo, la elfa azul Lanawyn y el humano Turin se topan durante uno de sus
viajes con un espectáculo dantesco: todos los elfos de la aldea de Ennlya han
sido asesinados. Mientras buscan al culpable, la también elfa azul Vaalaan deberá
enfrentarse a una dura prueba relacionada con la obtención de un cristal
mágico.
En este tebeo, las dos tramas principales, es decir, la de
Lanawyn y la Vaalaan, están excelentemente desarrolladas en paralelo,
mostrándose sucesiva y alternativamente los avances en cada una, hasta que al
final, en el clímax, se acaban conjugando en una sola. Así, Lanawyn, que sabe
actuar lo mismo de diplomática que de investigadora, se dedicará a indagar sobre
la matanza de Ennlya, llevándole sus pasos en pos del culpable a descubrir una
siniestra conspiración de la que aquel crimen será el detonante. Al mismo
tiempo, la trama de Vaalaan, frente al tono policíaco y político de la
anterior, tiene más de viaje iniciático y heroico, con una grandísima sorpresa
final para el lector. La relaciones entre los distintos personajes también
están muy conseguidas, tal y como se puede ver con Lanawyn y Turin, que gozan
de una química excelente, o incluso la de Gal y Rinn, cuyo desarrollo y
conclusión se hace bastante realista. Mención especial a los orcos de esta
historieta, por alejarse su personalidad de los estándares típicos de la
fantasía. Y tres cuartos de lo mismo puede decirse sobre los elfos azules, más
abiertos y cercanos que los de otras obras, y con una interesante relación
simbiótica con el mar.
Respecto al dibujo, Kyko Duarte aporta un estilo realista y
sumamente atractivo que entra rápidamente por los ojos. Los elfos azules,
además de por el distintivo color de su piel y sus puntiagudas orejas, son
dotados de muy diversos rasgos: atractivo, dignidad, elegancia, gracilidad… En
contraste, los humanos yrlaneses son mucho más toscos y burdos, con una más que
adecuada apariencia vikinga. Las prendas, armas, barcos o arquitectura de cada
uno de estos pueblos también contribuyen a marcar las diferencias entre ambos. Y
precisamente a raíz de lo último, vale detenerse un poco en los fondos del
tebeo: ya sean escenarios marinos o poblaciones costeras como la impresionante
Elsemur, el lector quedará maravillado con su preciosidad, sensación que queda
reforzada por una magnífica labor de coloreado. A modo de curiosidad, cabe
destacar el hecho de que Duarte le haya puesto a Aamnon, líder de los elfos
azules, del rostro de Hugo Weaving, por su característico papel de Elrond en la
trilogía de El Señor de los Anillos.
Por otra parte, está “El honor de los elfos silvanos”, del
guionista Nicolas Jarry y del dibujante Gianluca Maconi (http://gianmac.blogspot.com.es/).
Aquí, la princesa humana Llali desea salvar Eysine, ciudad amenazada por los
Reyes del Archipiélago, buscando la ayuda de los elfos silvanos, pueblo con el
que el suyo mantuvo una alianza centenaria. Tras adentrarse en el bosque de
Duhhan conocerá a Yfass, elfo silvano dispuesto a llevarla ante los Ancianos
para reestablecer los lazos entre sus dos pueblos.
Empezando in medias
res, esta historieta va poniendo al lector en situación poco a poco a
través de varias análepsis o flashbacks.
Aunque no de manera tan pronunciada como en el otro capítulo, se ven dos tramas
paralelas: el periplo de Llali a través de los dominios de los silvanos por un
lado, y el asedio cada vez más agresivo sobre Eysine. La primera explora el
entendimiento entre culturas por medio de la empatía a través de la relación
entre Yfass y Llali, mientras que la segunda sirve para denunciar el
expansionismo avaricioso y especulador. El contraste entre los elfos azules y
los silvanos es notable, no solo en lo cultural, sino también en lo moral,
guardando este último pueblo un secreto
tremendo, siendo de agradecer que
no todos los elfos sean iguales y que al mismo tiempo se alejen en cierta
medida de los estándares marcados por Tolkien. Por otra parte, este comic tiene
cierto sabor shakesperiano en sus viñetas, tanto por la relación entre Llali e
Yfass en contraste con la que hay entre sus pueblos, la situación de sitio a la
que se ve sometida la ciudad de la primera, la crisis que debe atravesar el
rey de Eysine para hacer lo mejor por sus súbditos o la relación que este
último tiene con el príncipe Elian, su hijo y sucesor en el trono, así como la
relación que mantiene este con su hermana, Llali, sin poder olvidar,
naturalmente, el desenlace. De criticar algo, sería solamente un detalle: la
protagonista, además de con espada, va armada con una pistola, pero no aparecen
más armas de fuego en lo que resta de volumen, resultando todo esto en un
detalle un tanto raro.
Respecto al dibujo, Gianluca Maconi tiene un estilo más
cartoon que el de Duarte, pero igual de agradable a la vista. Este dibujante es
capaz de igual manera de ilustrar frondosos bosques que bulliciosas ciudades,
así como tranquilos ríos o baluartes amenazados. Con predominio de los verdes y
los bronces, el coloreado también está muy conseguido, aunque no permite distinguir
inmediatamente si estás viendo humanos o elfos como en el anterior capítulo.
Las escenas bélicas también están muy conseguidas, ya se traten de pequeñas
escaramuzas o de imponentes asedios, combinando adecuadamente lo violento y lo
épico.
En conclusión, si queréis disfrutar de un tomo con dos
tebeos llenos de magia y aventura, dadle una oportunidad al primer número de
Elfos. Podéis haceros con él gracias a Yermo Ediciones, incluyendo este volumen
de 25€, entre sus 114 páginas, las dos historietas mencionadas, que pese a
formar parte de una gran saga son, en este caso, totalmente autoconclusivas.
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