En la reseña de hoy toca hablar de Monstruos Ibéricos: Tras los pasos de la Quarantamaula, tebeo que tiene por guionista a Raúl Cordero (https://www.facebook.com/raulpizarra) y por dibujante a Sal Donaire (https://www.facebook.com/salvador.donaire).
En la España de Felipe II, lejos de las luchas en el extranjero contra enemigos como los ingleses, hay una guerra incluso más importante: la del interior contra seres oscuros y malignos. Es por ello que el Duque de Alba ha creado un pequeño grupo de combatientes especializados en enfrentarse a las fuerzas del mal para defender a los españoles de lo sobrenatural y diabólico.
España siempre ha tenido un potencial enorme para ser llevada a la viñeta, tanto a nivel histórico como a nivel folclórico, así que si ambas vertientes se unen pueden dar lugar a obras muy disfrutables. Y este es el caso de Monstruos Ibéricos: Tras los pasos de la Quarantamaula, comic que se lee del tirón (para bien y para mal) y deja muy buen sabor de boca por varios motivos. Para empezar, por rescatar de la tradición española diferentes mitos como el de María Enganxa o la criatura de que da título al volumen y ponerlos como enemigos a batir por parte de los protagonistas, de tal manera que la lectura se hará muy del gusto de los fans de Geralt de Rivia. A propósito de los protagonistas: forman estos un grupo tan variopinto como rolero, con un espadachín atormentado, un monja americana, un bardo gitano y un niño trampero, todos ellos con un punto heroico por enfrentarse al mal con diversas virtudes y algún que otro defecto que los hace más humanos; tienen todos, además, algún que otro misterio en lo tocante a su pasado que ayuda a darles profundidad e invita a leer los siguientes volúmenes de esta historieta, con uno de ellos muy próximo a salir en librerías, por cierto. En lo referente a los secundarios, ayudan a dar forma al mundo de la obra, ya sea con las víctimas de los monstruos o con los históricos, tal y como con un Duque de Alba en el que da gusto ver que no se ha caído en lo leyendanegrista.
Respecto al dibujo, Sal Donaire cumple su labor en lo que a dar una ambientación oscura a las viñetas se refiere, ya sea con emboscadas a la luz de las hogueras, tormentas o pesadillas, así como con criaturas de diseños tan siniestros como interesantes, tal y como con el fraile Motilón, por poner un solo ejemplo. Ahora bien, también es capaz de dibujar escenas más luminosas y bonitas, tal y como las que tienen que ver con la camaradería de los protagonistas o con la corte de Felipe II (se agradece aquí romper con los tópicos, una vez más). Las escenas de acción rezuman épica ya se efectúen estas mediante espada, daga, arcabuz, honda, garra o colmillo; eso sí, las escenas cotidianas también están logradas, tal y como con viajes por los caminos o los reposos en ventas. Todo ello, además, complementado con el coloreado de Boris Ramírez, el cual empapa las viñetas de lo tétrico cuando de monstruos y lugares tenebrosos se trata, así como de sobriedad en lo que a los héroes se refiere.
En conclusión, si os gustan las historias que incluyen leyendas patrias y buenas dosis de acción, dadle una oportunidad a Monstruos Ibéricos: Tras los pasos de la Quarantamaula. Podéis haceros con este comic de la editorial Maldragón por un precio de 20€, incluyendo entre 78 páginas, a modo de extra, un par de historias cortas adicionales de autores invitados o el proceso de creación tras la historieta.
Por último, la dedicatoria que me hizo en el tomo el amable Sal Donaire durante el Festival de Cómic Europeo de Úbeda de 2024. ¡Gracias de nuevo!
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