Hoy toca crónica del Salón del Cómic de Valencia de 2025, no sin antes agradecer a la organización los pases de prensa para mí y para mi fotógrafa, Raquel Asorey Gil.
El sábado 1 de marzo amanecía nublado y con llovizna, pero
eso supuso poco obstáculo para la gente que quería pasar un buen día rodeada de
tebeos. Buena cola había ya para el evento casi media
hora antes de que este abriera, por lo que esta siguió y siguió aumentando,
como ya se vería más adelante en el interior del recinto.
Esta edición quedó organizada en los pabellones 7 y 8 de
la siguiente manera: tras la validación de entradas y pases de prensa, se
recorría un jardín con cafetería, se entraba en un primer pabellón con varias
exposiciones del festival comiquero y, tras unos pocos pasos, ya a la zona
comercial y lúdica. Una vez allí, en un principio, los visitantes se
encontraban con el pasillo principal y el de la derecha repletos de
editoriales, mientras que el de la izquierda daba lugar a tiendas varias y
zonas de juegos de mesa; más allá de esto, la Zona Asia con sus charlas y los
talleres de la Escola Joso y luego el Artist Alley y la zona de hostelería
junto al escenario.
Ya con los pases de prensa en nuestro poder, empezamos por hacer un rápido reconocimiento de dónde quedaba cada editorial y librería y si en estas había que pedir número o hacer colas para sus autores. Había dos objetivos iniciales: a las 11:00 Ana Oncina, que no pudo asistir al Salón del Cómic de Zaragoza, y a las 11:30 Paco Roca, puesto que apetecía tener su rúbrica en la estupenda La casa. Tocó hacer cola para recibir número de Paco Roca en Astiberri, con tan mala suerte que mientras nos lo daban ya se había formado una buena fila para Ana Oncina. Tras mucho deliberar, tocó ir primero con Paco Roca para no perder la vez, con el valenciano derrochando buen humor y simpatía ante las decenas y decenas de lectores que acudían a obtener su dedicatoria.
Lograría Raquel, no mucho después de esto, además de obtener también
un dibujo en su La casa, encontrarse finalmente con Ana Oncina en
Planeta, autora encantadora con la que pudo hablar tras unos veinte minutos de
cola que se hicieron bastante llevaderos hablando con la familia que nos
precedía. Raquel, que además de las fotos que ilustran este artículo, también
crea muñecos de lana como con los de la imagen (enlace aquí por si estáis
interesados en uno), le regaló estos dos a la autora, de tal manera que Oncina se ilusionó mucho de ver a sus
personajes volverse corpóreos.
Con los dos objetivos más perentorios cumplidos, el resto
del salón podía hacerse con algo más de calma. De esta manera, me encaminé
hacia el puesto de Fnac para obtener allí de Carlos Moreno un dibujo en el
primer tomo de Céüs, de tal manera que no solo me agració con eso, sino
también con un boceto extra en la lámina promocional de este inicio de
trilogía. Cabe destacar la generosidad de este ilustrador, puesto que en dicha
lámina yo le pedía exclusivamente que la dedicase a mi nombre, pero el decidió
ir un paso más allá, engalanando esta crónica con la siguiente virguería.
Si algo bueno tienen estos eventos es que te permiten
conocer nuevas obras y autores por coincidir con ambos en el espacio y tiempo;
y tampoco hay que olvidar que esta es una muy buena manera de destacar en un
mercado literario que, para bien y para mal, viene cargado de novedades cada
vez más a menudo. El caso: le eche un ojo en el stand de Planeta a la obra El
día más largo y me hice con ella dedicada por su creador, Mario Barrachina,
aunque con la sospecha de que su lectura me va a sacar alguna lagrimilla.
Los pasillos vacíos vistos a las 11:00, ya para las
12:15, eran solo un recuero ilusorio: el festival tenía sus pasillos colmados de
visitantes y en unas cuantas zonas había que ir con paciencia para ni
atropellar ni ser atropellado. Lo bueno de esto: da gusto que ver tanto público en actividades culturales y, como ya he mencionado otras veces, de muy distintas edades y tipologías:
amigos y familias, ancianos, adultos y niños u hombres y mujeres, de tal manera
que el noveno arte va adquiriendo más y más aceptación en la sociedad.
Algo escondido detrás de una columna y de una escalera mecánica
estaba el puesto de la Escola Joso y dentro del mismo, entre otras invitadas de
postín como Alba Cardona, la cual me dedicaría La leyenda de Hakutaku,
obra con un más que bonito mensaje. Raquel hizo lo propio no mucho después y
compramos a pachas un par de las bonitas postales de la dibujante aprovechando
la oferta sobre ellas.
A poco que el lector me haya leído, sabrá que la Historia me
encanta… así que Cascaborra, editorial que se dedica a este género de
historietas, iba a aparecer en mi itinerario antes o después: Aquelarre,
Espada y pluma, Los comuneros y Alonso de Ojeda: Tierra firme
cayeron en mi poder a lo largo de la mañana, capturas que se hicieron más
dulces todavía al dedicármelas sus autores, fueran estos guionistas o ilustradores con los
que pasamos muy buenos ratos hablando de temas históricos, humorísticos o
culturales, tal y como Álvaro Aparicio, El Torres, Jorge Esteban Urubayen, Gol
o Moisés Tolosa. A modo de curiosidad: coincidimos en la cola con Rubén López
González, excelente reseñador y divulgador al que os recomiendo ver en su canal
de Youtube El archivo de
Teralyn.
De la estupenda revista Planeta Manga asistieron al evento también unos cuantos autores, así que en ellos también tenía la mira puesta. Dos de ellos fueron el dúo formado por Dani Bermúdez y Fidel Tovar, que me dedicaron el tomo recopilatorio de Perfiddion mientras comentaba con ellos y otro fan sobre los desenlaces de este par. Por otra parte, llegué justo a tiempo para ser el primero en la cola para Lolita Aldea, la cual me dedicó el también recopilatorio de Hysteria, la obra cyberpunk que creó junto a Sergio Hernández para la ya mentada revista. Hernández, por otra parte, no tardaría en hacer lo propio, si bien el encuentro con él se produjo a posteriori, pero igualmente en muy buen ambiente.
Tocaba ya hacer una pausa para comer poco después de las
15:00, retrasada hasta ese momento en parte para ir tachando encuentros de la
lista, en parte por lo llena que estaba la zona de hostelería de visitantes
recuperando energías gracias a lo ofertado por los foodtrucks, tanto en lo que
a mesas ocupadas como en lo que a colas para hacerse con comida se refiere. Sin
mucha ceremonia y con trabajo de equipo, nos hicimos con dos sillas y una
cabecera de una mesa y, mientras Raquel custodiaba el asentamiento, yo fui a
hacerme con unas señoras hamburguesas de Smoke on the Road.
Con las tripas llenas y las pilas recargadas tras la
sobremesa un poco antes de las cinco, tocaba cumplir los últimos objetivos. Mientras nos dirigíamos hacia Nuevo Nueve
vimos cosplayers de aquí para allá, tal y como a lo largo de toda la mañana, de
los que van aquí algunas fotos: de Elden Ring con Malenia y
Melina y de Resident Evil 4 con Leon Scott Kennedy.
Ya en Nuevo Nueve y tras no demasiado rato de cola, tocó
obtener firma de Andrés Garrido en Carcoma, su nueva historieta, entre que
hablábamos de temas tan variados como la vivienda o su siguiente obra o las influencias de Bloodborne en esta. No mucho después, además, me crucé con Ariel
Montalbán Andreo, a la que agradezco en mucho las bonitas palabras que le
dedicó a este blog cuando nos desvirtualizamos por unos breves momentos, puesto
que tenía que ir corriendo a buscar sitio para la siguiente charla de la Zona
Asia.
Y es aquí cuando volvimos a cruzar nuestros caminos con Ana
Oncina, concretamente mientras esta daba una charla sobre sus experiencias en
Japón por haber sido allí galardonada y la influencia de distintos mangas de su
juventud en su manera de entender el comic. A modo de consejo para la
organización: que de alguna manera la Zona Asia esté más aislada en el futuro,
puesto que había alguna que otra dificultad para escuchar a los ponentes por
actividades de baile o karaokes cercanos.
Acabado el coloquio tras la ronda de preguntas del público,
vi en Fnac a Víctor L. Pinel casi solo, sin largas filas de fans a diferencia de una
hora antes o por la mañana, así que sin dudar me hice con Piezas en el
puesto y esperé a que terminará de dedicarle un tomo a, creo recordar, Pedro
Manuel Ruiz (mil perdones si me equivoco y lees esto). No poca alegría me llevé
mientras me rubricaba el tebeo, pues llegué a estar convencido de que Pinel iba a ser el
único de los autores planeados del que me iba a quedar sin firma.
Tocaba explorar en profundidad el Artist Alley en busca de
los siempre agradecidos fanzines y alguna cosilla más, como la espectacular
miniatura que me lleve de Toxic Village
para pintar y rolear o el segundo tomo de Capablanca del veterano Joan
Mundet.
Respecto a los tomos autoeditados, me hice con unos cuantos: Error 404: Not found de Raquel Martín Rubio, Eterna. La
leyenda de las dos lunas, de A. Salvatierra o los cuatro primeros números
de Wymeria, una tierra helada, de Project IX (al que, si le hacemos
caso, le di buena suerte, pues tras mi compra todo el mundo empezó a acercarse a su mesa a hacer lo mismo).
Ya con los bolsillos considerablemente más vacíos, nos
dirigimos hacia la salida de la Feria del evento, no sin antes pasar por
Fandagomia y estar un rato de charla con los allí presentes, tal y como los
editores Pedro, Manuel o Rubén o artistas como Xian Nu Studio o Kamapon y saber
que el evento les había ido bastante bien. Y poco después de eso y de recoger
los abrigos en el guardarropa, Raquel y yo iniciamos el camino de regreso a
Madrid, con la enorme suerte de encontrar un taxi que nos llevara con buen
margen de tiempo a la estación de trenes de Joaquín Sorolla.
Y este fue nuestro paso por el Salón del Cómic de Valencia de 2025, cita cultural que no defrauda y ha vuelto otro año cargada con muy variados autores y un buen abanico de actividades hasta el punto que, salvo para comer, prácticamente no paramos quietos.Muy, muy recomendable.
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