Hoy toca crónica del Festival del Cómic Europeo de Úbeda de
este año, el cual celebró su decimotercera edición los días 8, 9, 10 y 11 de mayo.
El viernes 9 inició el evento tranquilamente sobre las 17:30,
con una plaza de Andalucía bastante desangelada. El problema: sin contar con
apertura de los puestos comerciales, aquella jornada solo había cuatro
actividades. Estas eran las firmas de Jordi Bayarri, Josep Busquet y Agustín
Padilla, así como la visita guiada de la exposición de Shi por Josep
Homs, su autor.
Ya que solo se podían hacer las cinco cuestiones señaladas,
empecé por la segunda, obteniendo del incombustible Jordi Bayarri una firma en
su Historicómics: Prehistoria mientras hablamos, entre otras cosas,
sobre sus futuros proyectos, tal y como del siguiente número de Entre
tinieblas. Por otra parte, también tuve oportunidad de desvirtualizar a Javi de La cueva de Blacklobi, hablando con él un ratito sobre, entre otras cosas, la locura que fue la reciente y primera Feria del Cómic de Madrid.

No mucho después, echando un ojo entre las tiendas, la
prudencia y el instinto me recomendaron comprar tanto Imperios como la
primera novela ligera de Gryphoon, ya que tenía la muy fundada sospecha
de que ambas publicaciones corrían el peligro de agotarse durante el festival.
Hecho esto, me dirigí al antiguo Hospital de Santiago, lugar solemne donde
estaban a disposición del público las cuatro exposiciones que serían guiadas y
comentadas por sus propios autores a lo largo de la feria. Y todo ello sin
necesidad de pagar entrada, igual que el resto de la cita comiquera.
El viernes le tocaba a la de Homs y allí me personé junto a
un buen grupo de aficionados. La actividad no defraudó: Homs hablaba de manera
muy humilde y explicando los distintos procesos creativos que sigue según la
obra, fueran tradicionales, digitales o mixtos de forma muy esclarecedora, de
tal manera que la charla, pese a durar casi una hora, se hizo bastante amena.
Me hubiera gustado hacerme aquel día con una dedicatoria de
Agustín Padilla en el segundo tomo de Monstruos ibéricos, pero quiso la
mala suerte que todavía no estuviesen en el stand de la editorial Maldragón por
haberse retrasado sus porteadoras. Resignado, tocaba ya a eso de las 20:00
retirarse al hotel y coger fuerzas para un sábado que se previa movido, puesto
que iba a haber muchas firmas para las que hacer cola.

Ya en sábado 10, tocaba el día potente de la feria. Como
primer objetivo del día: hacer cola en el stand de firmas para Miguel
Ángel Ruiz, del cual Yermo Ediciones sacaba la ya citada novedad, lanzada en el
evento antes de en cualquier otra parte, de Imperios. Primer susto del
día: la organización me mandó a hacer cola a un sitio incorrecto, puesto que
había dos stands de firmas. Cuando me di cuenta del error, fui corriendo a la
posición correcta y, tras explicarle lo que había pasado al resto de gente en
la cola, me dejaron ponerme el primero, puesto que varios me habían visto
haciendo cola por un buen rato en el otro lado. Igual que ellos tuvieron esa
gentileza conmigo, yo tuve otra: intercambié posiciones con el segundo de la
cola por tener este que irse de Úbeda más pronto de lo que le gustaría. Así,
con gente educada y bien dispuesta, este tipo de civismo y galanterías no son
raras. Tras unos minutillos, llegó sobre las 11:00 Miguel Ángel Ruiz y estuvo
departiendo con los asistentes animadamente mientras le daba a los lápices y
acuarelas. Cuando me tocó el turno, le di a elegir entre cierta guerrera de su
historia y cierto monstruo, decantándose por la primera, enterándose, con no
poca sorpresa al poco rato, de que de los 30 tomos que había originalmente en
el stand de firmas de Imperios, ya quedaban menos de diez que, no mucho
después, terminaron de agotarse.

Ya con el primer tomo del día dedicado, me acerqué al stand
de Maldragón y allí, además de obtener firma de en el sobrenatural thriller
policíaco Los misterios de la sangre por su guionista, Boris Ramírez,
fui obsequiado por la editorial con el segundo tomo de Monstruos Ibéricos ya
firmado por Raúl Cordero y también Boris Ramírez, detallito que le vuelvo a
agradecer a la editorial desde esta publicación. Tuve por aquí, además, la
suerte de coincidir con Justo “El cinmerio”, gran reseñista de tebeos y tener
una corta pero buena charla con él. Si queréis echar un ojo a su crónica e
impresiones del evento (donde se dicen cosas muy bonitas de un servidor), aquí
os dejo el enlace: https://www.youtube.com/watch?v=n3_91EyJW8I

Tocó volver al segundo puesto de firmas de la organización,
aquel que tenía a la venta las obras de los autores asistentes, de tal manera
que me posicioné para obtener dibujillo de Carmen Cantero en El cerrajero,
puesto que la editorial Serendipia tenía allí la caseta compartida con la ya
mencionada. Entre que terminaba la muy amable Cantero de hacerme una
dedicatoria de lo más bonita a rotulador, llegó la organización para repartir
números para Jaime Calderón. Y es que, tras la larguísima fila que se había
montado para Miguel Ángel Ruiz, aquella no era mala idea para evitar tapones y
masificaciones ante la caseta y el Artist Alley. Lo malo es que el reparto se hizo con un
tanto de descontrol, pero un servidor tuvo la suerte de estar en el sitio
correcto y en el momento correcto, así que me agencié el número 7. Igual que el
año pasado para Philippe Luguy, este número permitía que, si por falta de
tiempo, el ilustrador no podía terminar la sesión de dedicatorias de la mañana,
había continuidad numérica en la sesión de la tarde.

Acto seguido, me encaminé al puesto de Cascaborra ediciones
para obtener rúbrica y dibujo de los allí firmantes, a saber: José Manuel
Espina y Juan Alcudia, que estaban dedicando, respectivamente, Zoco el
Telatza y Cuéllar, mientras comentábamos proyectos futuros y la mejor
manera de colaborar entre guionista y dibujante a la hora de elaborar un tebeo
a cuatro manos.
Retorné entonces a Maldragón para quitarme la espinita
clavada del día anterior con no haber obtenido dibujo de Padilla. El chico que
tenía delante llevaba consigo los dos tomos de Monstruos ibéricos y tuvo
a bien que le dedicará Padilla el uno en primer lugar, luego cederme el paso
para que me dedicasen el segundo y, finalmente, volver él a la carga con
también la segunda parte. Entre esa muestra de camaradería y el sentido del
humor y contagiosa risa de Padilla, fue aquella una sesión de firmas bien maja.

No mucho después nos fuimos arremolinando los fans en torno
al primero de los stands de firmas al haber anunciado previamente que allí se
repartirían números para la sesión de Homs. La mayor parte de la gente fue
civilizada e hizo cola pacientemente, pero entre que el chico de la
organización que repartía los números era muy despistado o muy inocente y había
gente bastante mayor que se le coló con bastante descaro se empezó a generar
malestar entre los asistentes. Me tocó un número 10 que habría sido menor en
tres o cuatro dígitos de no haber mediado la sinvergonzonería… pero había que
resignarse. Al menos este año.
Mientras tenían lugar en paralelo las sesiones de firmas de
Homs y Calderón en los dos stands de la organización a las 13:00, como ambos
dedicando un buen tiempo a cada dibujo, me lo tomé con calma a sabiendas de que
tenía números con muchas papeletas para ir a la sesión de la tarde, volví a la
caseta de Maldragón y estuve en la sesión de firmas de Always Halloween
de Gonzalo García y Juan “Elchinodepelocrespo” Alcudia; pero como la carne es
débil, del segundo al final me animé a coger también otro par de obras como son
su Gilgamesh y su Historia del
príncipe Alcaraván, el segundo por la preciosidad del dibujo y el primero por
la recomendación que de él me hizo otro lector que llevó su ejemplar a firmar.

Aproveché que las colas que para las que tenían número
seguían más o menos en el primer o en el segundo puesto y me puse a explorar el
Artist Alley en busca de fanzines y autoedición, de tal manera que cayó en mi
poder el segundo número de El sonrisillas. Por otro lado, tuve
oportunidad de conocer al cercanísimo Raúl Lara, creador del cartel de la
edición de 2025, al que le adquirí su Women’s Tober 2024 y, entre que me
dibujaba la preciosa Harley Quinn de más abajo, estuvimos comentando las
distintas interpretaciones de la misma, siempre saliendo ganadora la de la
serie noventera de Batman.
Tuve la suerte de que al rato Jorge, aficionado al noveno
arte con el que compartí taxi para llegar desde la estación de tren a Úbeda, me
invitó a comer con él y con otros comensales de lo más majetes como Raúl Lara o
el también dibujante Juanma Aguilera y su familia, así como con Támara y Pelo.
Ocasión muy bonita y de la que me alegro mucho haber formado parte.
Ya comido y tras un ligero descanso en el hotel, volví al
evento y, gracias a Sal Donaire, completé el tomo con las cuatro firmas de los
cuatro autores del segundo tomo de Monstruos ibéricos asistentes a Úbeda para
la décimo tercera edición del reseñado festival.

A las 18:00 decía en el programa que volvían a dedicar Homs
y Calderón, el primero a dedicar a partir del número 8 y al segundo a partir
del 6. La cosa pintaba complicada por estar ambos autores en casetas distintas
y poder solaparse en horarios mis boletos, pero Támara, a la que había conocido
en la comida, me dijo que, ya que ella tenía el 21 para Calderón, me hacía el
favor de esperar en la cola con mi tomo en caso de que se cumplieran los peores
pronósticos. Muy agradecido, marché donde Homs para que me dedicase su El
Ángelus, obra sobre la que estuvimos platicando un buen rato. Allí me
enteré de que se habían retrasado unos minutillos en acudir por haber estado en
la comida y en la sobremesa dedicando y dedicando tomos para que nadie se fuera
de vacío, gesto que les honra mucho.

Mis preocupaciones
por llegar tarde a mi turno con Calderón se mostraron infundados, ya que
todavía estaba a mitad del legionario romano que le estaba haciendo al número
6. Como Támara ya estaba, la pobre, cansada de esperar para el turno, preguntó
si podía adelantarnos al resto de gente a la espera de obtener, únicamente,
dedicatorias sin dibujo y solo con nombre. El resto accedimos de buena gana, pero
una serie de circunstancias caóticas derivaron en confusión, mal ambiente y
escándalo.
Por una parte, Calderón creía que era Támara la sexta persona con
ticket y no la vigésimo primera, tanto por ya haber perdido este la cuenta de
lo que llevaba firmado como por haber tenido el número 6 la nada recomendable
idea de pegarle su ticket a uno de los tomos de Támara; por otra parte, Támara
repitió varias veces que solo quería firma y nada de dibujos, pero si había
alguna posibilidad de que el lío se esclareciera, esta se evaporó cuando
alguien de prensa apareció espontáneamente y declaró, sin saber exactamente lo
que ocurría, que si un autor quería colar a alguien en su sesión de firmas este
tenía todo el derecho del mundo. La bronca que se montó fue de campeonato, con
varias quejas a la organización y con Támara pasándolo bastante mal y con
ansiedad los treinta minutos que Jaime Calderón le hizo la dedicatoria, tanto
por la situación como por los sapos y culebras que salían de las bocas de la
gente de la fila. Eran más o menos las 19:00 cuando ya me tocaba el turno, pero
acudió desde la zona de prensa el personal de Mecanismo Friki para
entrevistarle. El preguntó si se podía llevar mi tomo de Isabel. La loba de
Francia, para dedicarlo entre tanto; le dijeron que sí. Pregunté yo si
podía presenciar la entrevista en directo y ver cómo me hacían el dibujo;
también dijeron, muy amablemente, que sí. Podéis ver la entrevista de Mecanismo
Friki en el siguiente enlace, puesto que fue de lo más interesante en lo que a
hacer cómic histórico se refiere, tanto por parte de entrevistadores como
entrevistado: https://www.youtube.com/watch?v=3gVHUGIzlGU

Al poco de acabar la entrevista en paralelo al espectacular
dibujo que me hacía, tras darle las gracias a Calderón por su buen hacer y felicitar a
todos los presentes por la magnífica entrevista, me encontré con Loreto Aroca,
la cual acaba también de terminar una entrevista. Como se le había alargado
mucho su sesión de firmas de La guerra de Audrey de las 18:00 y me había
dicho que al terminar su entrevista me la dedicaba en un momento, dio
cumplimiento a su palabra mientras departíamos sobre la Segunda Guerra Mundial.
Cabe volver a hacer mención al compromiso y dedicación que tuvieron los
artistas con su público, ya que fueron enormes.

Quedaba ya el último objetivo del día, con Luis Montes
dedicando la primera novela ligera de Gryphoon, su manga. Aquí otro lío de la
organización: le retornaron a su caseta desde la de firmas, igual que a Bea
Castillo. En esta fila volvió a imperar el decoro y la educación, puesto que
todos los que la formamos nos comportamos divinamente y eso que de la decena de
sus integrantes, la mitad eran niños pequeños, lo cual debería avergonzar no poco
a los adultos que se colaron por la mañana. El caso es que, además de explicarnos
cosillas de Planeta Manga y de la publicación de Gryphoon, Montes
me dedicó la mencionada Espada del viento y Bea Castillo, pese a no
tener allí el noveno número de la revista, me hizo un dibujo de Rackham
en una de sus láminas. Un encanto ambos, particularmente por regalos como la
postal que le escribe a Noha su hermano.

Y así quedaron todos los objetivos cumplidos, con una caza
de dedicatorias de lo más completa y satisfactoria pese a los percances
mencionados. Tomaría todavía algún aperitivo a modo de cena con casi toda la
misma estupenda gente con la que había cenado y me retiré para descansar de
cara a visitar Bailén al día siguiente. Mientras escribo esto, puedo decir que
lo bueno ha superado con creces a lo malo, pero para evitarlo para futuras
ediciones en este magno evento, aquí van algunas reflexiones:
1) Que los viernes vuelva a haber más actividades y firmas,
puesto que así se descongestionan las del sábado y domingo.
2) En las sesiones de firmas de autores que se prevean
masivas, como las comentadas de Ruiz, Calderón o Homs, organizar un sistema de
tickets más serios que simples posits y poniendo a los caraduras que se cuelen
en su lugar, es decir, al final de la fila.
3) Quizás (ojo, quizás) convendría un recinto más grande para
el festival, puesto que hubo varios momentos de embotellamiento y atasco.
Sea como sea y pese a algunos fallos, el evento ha sido de
lo más disfrutable y entretenido, de tal manera que es más que probable que el
año que viene también acuda a esta cita con el noveno arte.
Aquí Jaime Calderón, todavía dedicando tomos de noche pese a haber terminado
sus sesiones muchas horas atrás