En la reseña de hoy toca hablar de Phylax, tebeo que cuenta al guión con Gol (https://www.facebook.com/miguelgol.gomezandrea) y al dibujo con Pedro Camello (https://www.facebook.com/pedro.camello.5).
En la Guerra Civil Española el superhéroe Phylax luchó en el
bando nacional hasta el Incidente Martinhebrón, suceso luctuoso tras el que
pasa al anonimato. Sin embargo, en 1954 el antiguo soldado debe descolgar su
uniforme y, en compañía de su hermana, velar para que la fórmula que le dio su
condición sobrehumana no se vuelva a sintetizar por los peligros que la misma
conllevaría para la humanidad.
¿Otro tebeo del Franquismo? Sí, pero con un detalle curioso:
el protagonista es un superhéroe español, y lo más remarcable, el único del
mundo. Bebiendo de un clásico del comic americano como es el Capitán América,
Gol y Camello crean a un héroe patrio que fue mejorado genéticamente por un
suero actualmente desaparecido. Y este suero, años después, tras muchos
rumores, es objeto de interés de distintos gobiernos; no solo el de España,
sino también los de Estados Unidos y la Unión Soviética. Aquí es donde los
autores del tebeo ya se posicionan, a lo unamuniano o valleinclanesco, en
contra de todos: todas las facciones implicadas en la búsqueda y captura del
suero son pintadas negativamente de una forma u otra, sobre todo por su
desmedida ambición. Por el contrario, Fernando Jara, el personaje principal, es
todo lo contrario: la sencillez y la humildad de la vida sencilla, del Aurea
mediocritas de los clásicos, desengañado como está tras las cosas que vio
en la guerra. El dúo que forma junto a su hermana Juli, además de dar mucho
juego en el terreno de lo cómico y lo costumbrista, también refleja muy bien la
España de la posguerra. Juli, por otra parte, es mucho menos ingenua que su
hermano y, por otra parte, es en cierto sentido el opuesto al personaje
principal al tirar antes del cerebro que de los músculos, aunque eso no quita
que tenga cierta faceta romántica y tierna de fondo. Los antagonistas de la
obra, como ya se ha señalado, tienen cada uno sus motivos para querer el suero,
así como distintas estrategias para conseguirlo, con un relato de espionaje y
contraespionaje que cumplen más que satisfactoriamente.
Respecto al dibujo, Pedro Camello ilustra el tomo con su
habitual buen hacer ya visto en trabajos previos suyos como Cruz
Negra o Martín
Álvarez. ¿Qué significa esto? Para empezar, muy buenas coreografías de lucha,
ya sea cuerpo a cuerpo o a distancia, sin faltar tampoco las que tienen lugar
durante excelentes persecuciones con vehículos a motor. Los diseños de los
personajes combinan muy bien lo realista con lo cartoon, sin faltar de
por medio un buen trabajo para ilustrar como era la España de la época. Se hace
un poco extraño disfrutar de las viñetas de Camello en blanco y negro, pero se
siguen disfrutando y mucho, con una sobresaliente labor de entintado. No se
puede dejar de mencionar la gran labor del autor a la hora de retratar el
horror mundano, ya sea a través de crímenes de guerra o incluso conductas entre
los villanos que rozan lo incestuoso.
En conclusión, si queréis disfrutar de un tebeo de superhéroes con sabor patrio en más de un sentido, dadle una oportunidad a Phylax. Podéis haceos con este volumen de Evolution Comics por un precio de 22€, incluyendo entre sus 270 páginas, además de la historieta en sí, un par de extras que le dan más trasfondo a la lectura.