En la reseña de hoy toca hablar de Gigantes, el comic que tiene por guionista a Carlos Valderrama y por dibujante a Miguel Valderrama (https://twitter.com/Valderrama_Mig).
Años atrás unos gigantescos y bestiales alienígenas llegaron
a la Tierra y desde entonces luchan en la superficie del planeta entre sí por dominación
territorial. La humanidad, por su parte, no ha tenido otro remedio que
esconderse en el subsuelo, involucionando en lo social: bandas más o menos
grandes luchan por los recursos y por sobrevivir un día más. En este contexto,
dos amigos buscan su ingreso en una banda de renombre, los Lobosangre, para tener un buen futuro. Para garantizar su entrada, el
líder les hace un peligroso encargo: obtener ámbar negro, una peligrosa
sustancia que sirve tanto como combustible como de explosivo. Lo peliagudo de la
misión radica en que el ámbar se encuentra en la superficie…
Las historias distópicas muchas veces se aprovechan de
escenarios extremos para mandar un mensaje a los lectores, con una moraleja más
o menos patente y en la que se nos previene contra según que líneas políticas o
de pensamiento. Gigantes bien puede meterse en este saco, puesto que la búsqueda
de ámbar negro va a llevar a los dos protagonistas por caminos muy distintos
pese a partir de un mismo punto de salida. Así, mientras Zedo se meterá de lleno
en el mundo violento y salvaje de las bandas movido por ambición y venganza,
Gogi decidirá ver más allá y buscar una vida más humilde, pacífica y llena, progresando
cada uno en su respectivo camino hasta que el choque entre ambos modos de vida
acaba irremediablemente por chocar. Verá el lector, en este sentido, una buena
evolución de estos dos personajes principales, mostrando muy claramente hasta que
punto el ambiente es fundamental para la evolución del individuo. En este
último sentido, cabe destacar la figura de Uron, que se convertirá en una
suerte de figura paterna para Gogi, con un aire de solemnidad y fraternidad muy
lograda.
Respecto al dibujo, refleja muy bien el mundo violento, hostil
y apocalíptico en donde viven los protagonistas, bien en una ciudad subterránea
llena de ocres, rojos y amarillos sucios que saturan los ojos y con gente con
muy mala traza… bien en una ciudad como las actuales, blanca y gris por la nieve
y los rascacielos, despoblada y tristona, al menos hasta que aparece un monstruo
alienígena colosal y el escenario pasa a ser más bélico. Y hablando de los extraterrestres
que dan nombre al tebeo: beben mucho de los kaijus japoneses, pero con su seña
de identidad propia, con diseños que recuerdan a una amalgama de gorila y
tiburón visualmente muy potente; también merecen mención los parásitos que habitan
estos titanes y que suponen también su buena dosis de amenaza para los
protagonistas. Pudiera parecer, en este sentido, que los humanos puedan quedar
eclipsados gráficamente por sus contrapartes monstruosas, pero no es ni mucho
menos el caso: sus rostros son tremendamente expresivos a ambos lados del
espectro moral, de tal manera que lo tierno y compasivo se amplifica de la
misma manera que lo sádico y traicionero.
En conclusión, si os gustan las obras distópicas en escenarios
postapocalípticos, con kaijus y derroteros de la vida que conducen a caminos
muy distintos, dadle una oportunidad al primer tomo de Gigantes, teniendo este
la ventaja de poder leerse de manera autoconclusiva. Podéis haceros con esta
obra de Astiberri por un precio de 17€, incluyendo entre sus 120 páginas algún
extra sobre el proceso de creación de la historieta.
Por último, la dedicatoria que me hizo en el tomo los
amables hermanos Valderrama durante la presentación de la obra en Omega Center.
¡Gracias de nuevo!