Un poquito antes del confinamiento de 2020 tuve la suerte se asistir al Salón del Cómic de Valencia de ese mismo año. Huelga decir que el evento dejo en mi mente más que grato recuerdo, así que cuando comprobé que tenía una nueva oportunidad de volver a esta cita levantina, no lo dudé mucho.
Una vez llegado a la Feria de Valencia el sábado 2 sobre las 10:45 pude
comprobar que ya había una buena cola esperando a que se abrieran las puertas
para pasar un día de lo más divertido con familiares, amigos y todo tipo de
actividades. Hechas las fotos de rigor, me metí en el foro norte y me hice con
mi pase de prensa (gracias a la organización por concedérmelo otro año).
Entre que la gente iba pasando al pabellón y daba vida al
encuentro, un servidor empezó a callejear por el artist alley o callejón
de artistas. Constaba este de dos pasillos con puestos a ambos lados con creadores
que iban desde dibujantes hasta escultores. Varios comentarios en este
ambiente: cada vez hay más contenido relacionado con el rol, tal y como con
dados artesanos, pantallas de dirección, miniaturas de los personajes o
vestimenta para rol en vivo, sin ser esto malo per se, sino al contrario. Por otra parte,
aunque parece que los tiempos nos llevan a lo opuesto, se echan de menos no solo más fanzines, sino un mayor contenido original entre los jóvenes artistas: es
normal hacer postales, láminas, posters y llaveros de personajes de otros autores (por
gustarle a uno y por vender bastante entre los fans), pero se echan en falta más
creaciones propias, tanto en formato lector como de otros tipos.
Deambulando, me acabé topando con la mesa de Drawill, el
cual muy amablemente me dedicó el número 18 de Planeta Manga, así como este
encantador dibujo del protagonista de El cartero mientras charlábamos sobre
la nueva obra en la que anda trabajando en estos momentos.
No mucho después seguirían los pasos de Drawill otros dos
autores como son Roger Bonet y Jesús C. Gan, de tal manera que del uno cayeron
los números del 2 al 5 de de Freelancers y del otro el tercer número de Dread
Cómics, comentando ambos detalles del proceso de creación de sus respectivos
tomos.
A estas alturas ya el foro norte estaba bastante lleno,
aunque afortunadamente sin necesidad de tener que abrirse paso uno a codazos. Me
llenaron los ojos de alegría la cantidad de familias que iban con sus niños de
puesto en puesto, ya que es muy bonito ver como una afición tan bella como los
tebeos pasa así de generación en generación.
A continuación, tocaría visitar a Jordi Bayarri en el Anillo
de Sirio para hacerme con el décimo número de Entre tinieblas, siendo
siempre un placer contemplar a padres e hijos hacerse con sus biografías de la
colección de Científicos. Muy cerca de allí estaban también dedicando Dani Bermúdez
y Fidel de Tovar en el puesto de Fnac, así que regateando a la larguísima cola
de Laia López en Escola Joso, llegué hasta el dúo. Y, tras una muy animada
conversación sobre videojuegos de terror (y la locura que es su Perfeddion),
conseguí también su dedicatoria en el tomo 18 de Planeta Manga.
Por pura suerte, mientras iba hacia Fandogamia, reparé en que Cascaborra tenía una zona en el festival, así como autores dedicando, por lo que tocaba un alto en el camino: me dedicaban así sus obras dedicadas a Orellana y a Oñate sus dibujantes, Sergio García y J. E. Pérez, mientras platicábamos de la historia española en América y de los conquistadores.
Ahora sí que sí, llegado a Fandogamia, además de pasar un
rato hablando con sus dicharacheros editores, me vi cara a cara por primera vez
con Enkaru mientras me dedicaba su Demon Quest y por tercera vez con
Manuel Álvarez mientras este hacía lo propio con Persona normal.
Antes de hacer un pertinente descanso para comer, de la
misma manera que obtuve el primer número de Humor imbécil dedicado por Daniel
Torrado, comprobé el alto nivel de cosplay que había entre buen número de
los asistentes al Salón. Entre el público adulto, destacaban aquellos que iban
caracterizados de los personajes de Hazbin Hotel, mientras que los más
peques tenían preferencia por los superhéroes de Marvel, aunque había de todo,
como en botica.
Tras la comida, tocó charla: una muy interesante dedicada al
recientemente fallecido Francisco Ibáñez de manos de Jordi Canyissà con, entre
otros temas, la evolución de Mortadelo y Filemón, la constante lucha por
los derechos de los mismos o su obra póstuma, que debería llegar al mercado en
abril.
Dando una segunda vuelta por el recinto, uno podía
encontrarse con todo tipo de entretenimiento visual. Algunos ejemplos de ello:
las exposiciones dedicada a las obras de autores invitados, tal y como Daniel
Nsue o la de Paco Roca que recogía piezas desde su infancia hasta el día de hoy,
siendo de lo más interesante ver año a año la evolución de este artista.
También destacable fue la aparición de un robot teledirigido
hecho a imagen y semejanza de Garada K7, la bestia mecánica de Mazinger Z, cuyos
movimientos dejaban hipnotizados por igual a grandes y pequeños.
A eso de las 17:30 me tocó el turno para que los hermanos
Valderrama me dedicasen el segundo tomo de Gigantes, siendo la espera
muy amenizada por la animada charla que mantuve en la fila con Pedro Manuel
Ruiz Lázaro.
No muy lejos de allí quedaba la tienda de Bangarang, donde comencé
la cola para Julia Cejas, la cual llegó con puntualidad a las 18:00 y me dedicó
su Hanami mientras hablábamos de salones comiqueros y de su obra Hanan y
Genji.
Cuando ya estaba a punto de retirarme del evento, vi por el
rabillo del ojo que estaba dedicando Jandro González dos obras suyas: una que
ya me había llamado la atención en el pasado, La vampira de Barcelona, y otra
que recogía otro caso tan real como tremebundo, El misterio del paso Diátlov.
Así que tras hacerme con ellas me las dedicó mientras hablábamos de misterios y
detectives españoles.
Y… ese fue mi paso por el Salón del Cómic de Valencia este
año, festival que lo está haciendo muy bien y en el que se pueden pasar muchas
horas dedicadas al entretenimiento y la cultura a partes iguales. Y es que,
además de lo ya dicho, hubo muchas actividades a las que no asistió un
servidor, tal y como charlas, talleres, partidas introductorias de distintos
juegos de mesa… por lo que hay ocio para todos los gustos y edades. No faltaron
tampoco puestos de comida para no tener que abandonar el recinto ferial y poder
estar allí en sesión continuada, cosa también de agradecer. Así que,
concluyendo, se puede decir que este evento no solo es muy recomendable, sino
que futuriblemente es de prever que vuelva al mismo para ver cómo sigue
evolucionando a más y más.
Parece que también fue una edición apañada, y con muchas firmas. El Garada K7 es una maravilla :O.
ResponderEliminarImpresionaba el meca, ya lo creo.
EliminarY por cierto, este fin de semana, en Sevilla, primer Salón del Cómic Hispano-portugués.